Trump regala a la ultraderecha su sueño histórico, que hoy muchos más aplauden en Israel
Menajem Beguin, el histórico primer ministro israelí al frente del mismo partido que hoy lidera Benjamín Netanyahu, el Likud, firmó —contra su conciencia— un arresto sin garantías para Meir Kahane, el rabino ultra que defendía expulsar a los millones de palestinos de Israel, Gaza y Cisjordania e ilegalizar las relaciones sexuales entre judíos y árabes. “Podía haber causado un desastre, no a nuestro pueblo [judío], sino a los árabes. Es un hombre peligroso”, justificaba. Los diputados del Likud abandonaron el Parlamento cuando Kahane dio su primer discurso, en 1984, y su formación, Kaj, acabó ilegalizada y designada organización terrorista. Incluso cuando Rehavam Zeevi, otro dirigente que defendía echar a los palestinos, entró al Gobierno en 1991, el entonces primer ministro, Isaac Shamir, también del Likud, dejó clara su oposición a lo que en hebreo se conoce como transfer (desplazar a la fuerza a los palestinos de su tierra) y que el presidente de EE UU, Donald Trump, convirtió este martes en propuesta formal —con envoltorio humanitario y términos de promotor inmobiliario— mientras Netanyahu lo miraba embelesado. El sueño que albergaban los sectores más marginales y racistas ha recibido este miércoles, tras cuarto de siglo de deshumanización de los palestinos y derechización de la sociedad israelí, el aplauso de políticos y comentaristas desde el considerado centro político hasta la hoy eufórica ultraderecha.