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El fin del oasis alemán: la crispación se instala en la política

Primero vinieron los golpes. Lo siguiente que Matthias Ecke recuerda es la pregunta que, tumbado en el suelo, se hizo a sí mismo: “¿Cómo voy a continuar ahora con la campaña electoral?”. Era la noche del 3 de mayo del año pasado. Este eurodiputado socialdemócrata colgaba carteles en Dresde, la ciudad donde vive, cuando cuatro radicales de derechas ―algunos no habían cumplido ni siquiera los 18 años― le dieron una brutal paliza y le rompieron varios huesos. Al día siguiente tuvo que ser operado. Han pasado nueve meses y Ecke está de nuevo en campaña. Esta vez ―como entonces― ante unas elecciones que no anticipan nada bueno para su partido y que ―también como entonces― prometen grandes alegrías para Alternativa por Alemania (AfD), la formación ultraderechista que, sí, se distanció del ataque contra este hombre de 41 años, pero apostillando que el Partido Socialdemócrata también era responsable por el clima que sus políticas han generado.

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