Liderazgo, salud mental y productividad

Ayer, 10 de octubre, se celebró el Día Mundial de la Salud Mental. Dicho concepto se define como “un estado de bienestar en el que la persona realiza sus capacidades y es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida, de trabajar de forma productiva y de contribuir a su comunidad” (OMS). Es un componente esencial e integral de la salud general, y el fundamento del bienestar individual.

Este año la efemérides coincide, una vez más, con la pandemia por el covid-19, la cual “ha agravado la situación de salud mental en la Región, aumentando los nuevos casos de afecciones de salud mental y empeorando las preexistentes” (Ibid).

Desde el punto de vista laboral, las empresas constituyen, junto con la familia y la escuela, un verdadero pilar de la salud mental para las personas, puesto que el trabajo representa no solo una fuente de ingresos y sustento vital para las necesidades primarias, sino que también refuerza la propia percepción de significado, identidad, suficiencia y autoestima.

En ese sentido, la prevención de las lesiones y las enfermedades ocupacionales que prevé una adecuada gestión de la higiene y la seguridad industrial, no solo incluye los daños físicos y los accidentes de que puedan ser víctimas los empleados. La salud mental es parte de ese binomio determinante de la satisfacción y la motivación necesarias para el desempeño óptimo de las tareas, por lo que debe ser el eje de los valores estratégicos y la cultura de cualquier organización.

Son los líderes los responsables de procurar un clima organizacional que, al tiempo que propicia el logro de las metas colectivas, no pierde de vista el bienestar individual de cada uno de los empleados, puesto que están conscientes de que de ambas variables dependerán la productividad, la cual se ha de traducir en rentabilidad.

Los líderes contribuyen con la salud mental del personal que están bajo su mando cuando promueven la comunicación bidireccional y saben escuchar activamente, brindando apoyo en las tareas y en las adversidades más allá del entorno laboral, y dirigiendo con empatía ante los desafíos estresantes y las abrumadoras cargas de trabajo que amenazan con hacer colapsar los recursos físicos y emocionales con que se cuenta para afrontarlas. Todo esto, sin dejar de gestionar con orientación a los resultados, con efectividad y eficiencia.

Los líderes inspiran y motivan el talento de los empleados, para lo cual guían y acompañan al personal al tiempo que alientan la autonomía, todo lo cual impactará positivamente en el crecimiento y el desarrollo del capital humano de la empresa, en sus sentimientos de autoeficacia y su capacidad para emprender y ser creativo.

Los líderes trazan objetivos claros, sin ambigüedades, y brindan retroalimentación oportuna. Ofrecen apoyo en los momentos de cambios, de crisis e incertidumbre, sin renunciar a la transparencia y sin traicionar la confianza de sus seguidores.

El trabajo en equipo es parte de las estrategias de los líderes que procuran la salud mental de sus colaboradores, incentivando la participación, la cohesión, la lealtad y el compromiso, abordando los retos mediante la cooperación, pero también compartiendo de manera equitativa los beneficios con aquellos que supieron batallar desde las trincheras y celebrando junto a ellos los éxitos.

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