2024: ¡Prepárate para las crisis!
Para la mayoría de las personas, el fin de año suele ser la fecha más propicia para hacer una suerte de inventario de sus vidas, contabilizando los logros de los últimos doce meses y diseñando planes para la docena por venir.
Se trata de una estrategia que nos permite medir los peldaños dejados atrás en la dilatada y sinuosa escalera de nuestra existencia, cuando procuramos superar los fracasos y multiplicar nuestros aciertos.
Sin embargo, en lo que podríamos llamar un optimismo exacerbado, muchos pierden de vista que vivimos en un mundo inseguro, en el contexto del cual no solo debemos contar con nuestra percepción de autoeficacia y nuestra férrea voluntad de lograr las metas trazadas, sino que también tendremos que sortear variables adversas, traducidas en desafíos, riesgos y hasta posibilidades de verdaderas crisis a lo largo del trayecto.
Tal como ocurre a nivel empresarial, una crisis no es una simple dificultad o problema, sino, más bien, una situación atípica que comporta una gran amenaza y conspira peligrosamente contra la viabilidad de nuestros planes (y, en ocasiones, hasta con nuestra propia supervivencia), lacerando nuestras finanzas, nuestra reputación o cualquier otra de las bases en las cuales cimentamos nuestros propósitos.
Uno de sus grandes retos de las crisis lo representa su incertidumbre, así como la posibilidad de que la tensión y la ansiedad vayan escalando a una gran velocidad y que nos obligue a tomar decisiones bajo presión, de manera ágil e inmediata, y haciendo acopio de todos nuestros recursos de adaptación a los cambios y resiliencia, para evitar llegar a un punto de no retorno.
Las causas que pueden generar una crisis son múltiples, siendo las principales la pérdida del trabajo, un divorcio, la muerte de un ser querido o de un potencial patrocinador o mecena, un desastre natural, un sabotaje por parte de algún adversario (lamentablemente, siempre los hay).
Los casos de una campaña de desinformación, un ataque terrorista, un ciberataque, una filtración de datos sensibles o un problema legal, aunque a menudo los podemos ver a nivel organizacional, pueden retar también a las personas físicas y llevarlas al borde del abismo.
¿Qué hacer si se nos presenta una crisis? Lo más saludable es tener un plan preventivo para gestionar contingencias de este tipo, el cual activaríamos en el momento adecuado. En ese sentido, se recomienda evaluar los riesgos y su probable impacto, contar con sensores efectivos para detectar las señales de alarma que nos permitan mitigar sus efectos, así como identificar a las personas que servirían de apoyo. La respuesta debe iniciar con una comunicación inmediata a nuestro equipo y, en el momento oportuno, también informar a quienes se puedan ver afectados.
Aunque el tiempo resulte apremiante, los escenarios posibles deben ser analizados de manera crítica y meticulosa, con una visión estratégica que tome en cuenta el impacto en todo el sistema (no solo en nosotros, sino, además, en nuestras familias, amigos, colegas y más allá).
Tras la recuperación, debemos realizar una evaluación que procure generar fortalezas a partir de las lecciones aprendidas, minimizando las debilidades y aprovechando las oportunidades de mejora, crecimiento y transformación que toda crisis trae consigo, todas, sin excepción.
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