Atentado contra Imbert Barrera: “Fue la gente de Balaguer”

El Atentado del martes de Semana Santa, 21 de marzo de 1967, contra Antonio Im­bert Barrera

Al final fuimos amigos.

Todo comenzó así:
E
n 1986, hace 36 años, el ge­neral Antonio Imbert Barrera aludió por pre­guntas periodísticas a mis recientes libros publicados y que tenían como base mis investigaciones en los histó­ricos Archivos Nacionales de los Estados Unidos.

Él conversó con los pe­riodistas al concluir el ac­to acostumbrado del 30 de mayo en el lugar del aten­tado a Rafael Trujillo.

Desde 1985 el tema del 30 de mayo de 1961 y el de la intervención norteame­ricana de 1965 generaron un nuevo debate como fru­to de una serie de reporta­jes que yo había publicado en el vespertino La Noticia que fundamos en 1973 un grupo de periodistas pro­venientes de El Nacional de Ahora.

Yo le respondí al general Imbert con pruebas funda­mentadas en documentos declasificados por el Gobier­no de los Estados Unidos. Mis declaraciones con una foto mostrando un fusil M-1 están en el Listín Diario de principios de junio de 1986.

Luego, en 1999, el gene­ral Imbert y yo iniciamos una amistad mutuamente respetuosa después que me concedió la mejor y más co­herente de las tantas entre­vistas que él a lo largo de su vida ofreció sobre los hechos del 30 de mayo de 1961.

Tengo varios recuerdos gratos e importantes con Don Antonio. Cosas que me contó. La última vez que lo vi fue en julio del 2008 en su casa. Se conservaba bien pa­ra su edad.

El Atentado de 1967
Antonio Imbert Barrera, quién murió el 31 de mayo de 2016 y el 30 de mayo de 1961 participó en la ejecu­ción de Rafael Trujillo, su­frió un atentado seis años después, el 21 de marzo de 1967, en la esquina de las calles Pedro Henríquez Ure­ña y Eugenio de Marchena, Santo Domingo, República Dominicana.

Al casi finalizar la entre­vista videofilmada de 1999, le manifiesto:”…tenemos que volver con usted, don Antonio, muchísimas gra­cias. Nos complace que nos diera esta entrevista sobre el 30 de Mayo, pero espera­mos hablar de esos hechos y de otros hechos, en el futuro, sobre todo de ese atentado, yo quiero que un día hable­mos del atentado del 1967, porque de eso usted no ha hablado.

El diálogo continuó así:
Imbert: Usted sabe que yo no he hablado de eso.

VG: Pero ya llegará el mo­mento.

Imbert: Mucha gente des­pués, me han querido decir y yo le digo: “No me intere­sa”. Dios me dio la vida, que me salvó de eso y no me inte­resa saber quiénes fueron, ni quiénes participaron, ni na­da de eso.

Tiempo después, cuando el general José Miguel So­to Jiménez era ministro de las Fuerzas Armadas, 2000-2004, nos reunimos en va­rias ocasiones a conversar en el despacho del Minis­tro.

En una ocasión el general Imbert me invitó a visitarle en una oficina que tenía asig­nada en el Palacio Nacional durante la gestión del Go­bierno del presidente Hipó­lito Mejía.

Yo le había reiterado an­tes la solicitud de que con­versáramos sobre el atenta­do que sufrió el 21 de marzo de 1967.

En el Palacio Nacional
Llegué antes que le abrieran la puerta de su oficina espe­rando que me narrara los pormenores sobre este aten­tado misterioso.

Su escolta ingresó con el General. Yo esperé un mo­mento a que me invitaran a cruzar la puerta del modesto despacho.

-Entre por favor Señor -, me dijo un guardia.

Antonio Imbert estaba sentado esperándome con la vista suya enfocada en mis ojos. Yo lo miré de igual mo­do.

Nos dimos saludos muy cordiales.

“Bien don Antonio, le dije, he venido a conversar sobre el tema que tenemos pen­diente, el atentado que us­ted sufrió el 21 de marzo de 1967”.

– “Fue la gente de Bala­guer”, lo único que Imbert dijo y quiso hablar.

Y punto, después que años antes habíamos graba­do en sus oficinas de la mi­nera Rosario Dominicana la mejor entrevista de televi­sión que alguna vez Imbert en plena lucidez concediera sobre el atentado del 30 de mayo de 1961.

Paz a sus restos.