Barbero de bolas: el insólito emprendimiento de un estilista

Con 37 años, Allen Luna encontró un nicho que sorprende a cualquiera: comenzó a ofrecer sus servicios de barbería para genitales masculinos; hoy es conocido como «El barbero de bolas» y su emprendimiento es reseñado por medios en todo el continente.

Luna es español. Hace 9 años se enamoró de la Argentina y decidió mudarse y romper con los prejuicios y los tabúes que giran en torno a la depilación en los hombres. Hoy pregona a través de su local y de su cuenta en Twitter la necesidad de prestarle atención al cuidado del vello púbico.

“Actualmente presto consultoría para una empresa. Durante la mañana trabajo en eso y a partir de las tres de la tarde empiezo atender pacientes”, comentó «El barbero de bolas» que además cuenta con una maestría en Economía y varias especializaciones en finanzas.

Barbero de bolas: el insólito emprendimiento de un estilista

No obstante, después de varios meses de iniciar este proyecto, ya tiene una agenda repleta de turnos. En consecuencia, considera seriamente la posibilidad de dedicarse exclusivamente a ser «El barbero de bolas».

“En un principio mis familiares y amigos se sorprendían por lo que hacía. No podían creerlo. Pero cuando ven los cortes que hago me felicitan, les parece fenomenal”.

El estilismo del «Barbero de bolas»

Sobre cómo surgió la idea que impulsó el negocio, Allen contó que fue durante una charla con amigos. “Un día estábamos hablando sobre depilación, algunos del grupo estaban haciendo la definitiva pero no estaban del todo conformes con los resultados. Por eso se me ocurrió ofrecer una especie de barbería especializada en vello púbico”.

Para empezar, aprendió todo lo que podía sobre el tema: “Investigué el pH de la zona íntima, los productos adecuados para tratarla… me capacité un montón durante cinco meses y comencé haciendo pruebas en mí”. Con el tiempo, empezaron a llegar los clientes gracias a las recomendaciones de los asiduos.

Barbero de bolas: el insólito emprendimiento de un estilista

“Hay mucha gente que ha salido muy contenta, de hecho, me han contactado esposas de señores que vieron mi trabajo y me dicen que les gustaría que sus maridos se cuidaran un poquito más el vello púbico”, afirma.

Por sus servicios, Allen cobra entre $1200 y $1500, dependiendo del pedido que haga el cliente: “Es el precio de un corte en cualquier barbería, lo mantengo bajo por el tema de la inflación, para que sea algo accesible”.

En la sesión, que dura aproximadamente 45 minutos, el especialista usa entre 6 y 7 productos, además de distintos tipos de rasuradoras, tijeras y navajas: “Durante el proceso cuido mucho la piel y hago una exfoliación para evitar la foliculitis”.

En cuanto a la edad, quienes eligen sus servicios tienen entre 30 y 60 años; y cada vez son más los hombres que se animan a dejar de lado los prejuicios y lo visitan. “La gran mayoría viene con el objetivo de que sus genitales se vean más prolijos, para que el tronco parezca más grande y quede todo más bonito”.

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