Racismo dominicano: un odio ultranacionalista dirigido a la piel del haitiano
En una clase de literatura de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) la profesora interrumpe un soliloquio sobre sus logros académicos para soltar un exabrupto sobre las trenzas de una alumna: «qué fea, qué ridícula», dice dirigiéndose a una joven de origen haitiano.
Ninguna de las personas que abarrotaban el aula, más de 50, sale en defensa de la aludida ante esa muestra de racismo: «eso que tú tienes solo se lo hacen las haitianas de la orilla», le espeta la académica a una perpleja Ana María Belique, explica esta activista en declaraciones a Efe.
De eso hace ya más de diez años. Era su segundo día de clase en la universidad, a la que accedió tras tres años de denodados esfuerzos, pasando incluso por los tribunales, para conseguir su acta de nacimiento y estudiar sociología, toda una gesta a causa de su ascendencia haitiana, relata.
«No regresé a su clase, tiré la materia», reconoce Ana María, nacida en un batey (ingenio azucarero) de la República Dominicana, hija de inmigrantes de Haití. A cambio, se comprometió con la defensa de los derechos de los descendientes de haitianos, activismo por el que ha sufrido persecución, amenazas e intentos de agresión en múltiples ocasiones.
El odio hacia Belique se ha materializado nuevamente este martes, días después de que Efe la entrevistara, durante una actividad convocada en repulsa por la muerte del estadounidense George Floyd y en contra del racismo, la única movilización organizada hasta la fecha en la República Dominicana para condenar el crimen.
La organización ultranacionalista La Antigua Orden Dominicana consideró la iniciativa como una «provocación» y una afrenta a la identidad dominicana, así que llamó a sus simpatizantes a «ponerse en pie contra el invasor haitiano» y de «Ana Belique y su ONG terrorista» Reconoci.do.
El acto terminó de forma abrupta e incidentada cuando miembros de ese grupo se enfrentó a los organizadores forzando la intervención de la Policía, que se llevó a Ana María en un furgón, aunque durante el altercado, mientras la increpaban, se limitó a sostener una pancarta con el lema «Black Lives matter», según presenció Efe.
Al hablar del homicidio de Floyd, salen a relucir los matices que diferencian el racismo dominicano del que se da en Estados Unidos y otros países.
«El racismo dominicano no es blanco contra negro, es negro contra el mismo negro» -apunta- una animadversión que parte, en muchas ocasiones, de gente negra o mulata, que constituye el 80 % de la población.
«A raíz de la muerte de George Floyd, en Estados Unidos no solo se están movilizando los grupos de afroamericanos. No, también los latinos y gran parte de la sociedad blanca. Hay más conciencia y solidaridad» que en la República Dominicana, afirma.
Para Belique, los dominicanos han entendido este crimen «como una cuestión de los afroamericoanos que no les afecta a ellos como negros en este país», donde el racismo es un odio ultranacionalista dirigido a la piel del haitiano.
Esto es consecuencia, en parte, del enquistamiento de un pasado histórico entre las dos naciones que comparten la isla La Española. Aún pesan para muchos los 22 años de ocupación de la República Dominicana por parte de Haití entre 1822 y 1844, año de la Independencia dominicana que se celebra cada 27 de febrero.
Quizá por eso no hubo ningún movimiento de repulsa, ni siquiera una declaración oficial de las autoridades cuando en 2015 apareció un joven ahorcado en un árbol en Santiago (norte). «Lo mataron por ser negro y haitiano», se lamenta Ana María.
A la estigmatización social se suma el problema de la falta de documentos. La sentencia del Tribunal Constitucional (TC) de 2013 niega la nacionalidad a los hijos de los extranjeros indocumentados, fallo que es la base del activismo de Belique y su organización.
«La máxima expresión del racismo dominicano contra la población negra de ascendencia haitiana» es la sentencia del TC de 2013. «Si quieres hablar de racismo no puedes dejar de hablar» de esa sentencia, que afecta, básicamente, a las personas de origen haitiano nacidas en el país.
Las críticas internacionales suscitadas por la resolución llevaron a poner en marcha, en junio de 2014, el Plan Nacional de Regularización de Extranjeros (PNRE) para dotar de documentos de identidad y permiso de estadía a extranjeros que residían de manera irregular en el país.
Las cifras oficiales indican que 244.366 haitianos se inscribieron en el plan pero, según la Mesa Nacional para las Migraciones y Refugiados (Menamird) unos 28.000 se encuentran en un «limbo» legal, a la espera de que revisen sus casos.
Ana María tiene abierto otro frente para frenar el racismo con ternura mediante con el proyecto Muñecas Negras, iniciativa consistente en el desarrollo de talleres donde las mujeres de los bateyes aprenden a hacer muñecas de tela y en los que, mientras cosen, se habla de identidad y discriminación, dándoles una opción de empoderamiento, una oportunidad económica y una inyección de autoestima.