La infancia perdida en el bosque de los niños soldado: “Cada jefe del grupo armado tenía sus chicas”
Nadine, de 19 años, tenía 15 años cuando los rebeldes se la llevaron. Lo cuenta, ya en libertad, sentada en la puerta de su casa de adobe en la aldea de Ndow-Kota, en República Centroafricana, mientras amamanta a su bebé de un año, un hijo concebido dentro del grupo armado. Una mañana de 2021, cuando se dirigía a vender yuca a uno de los yacimientos de minería artesanal de la zona, fue detenida por los milicianos Anti-Balaka. Golpearon al hombre que la llevaba en moto, lo ataron y lo abandonaron en la cuneta. A ella la arrastraron al bosque. “Allí me violaron. Era la primera vez que yo tenía relaciones con hombres. Eran cinco y abusaron de mí”, relata con voz firme. A su lado, su padre, Marc Mapouka, un hombre viudo de 67 años, la mira y recuerda la impotencia que sintió ese día cuando las noticias del secuestro llegaron al pueblo. También cómo pensó durante años que había perdido a su hija para siempre.
El miedo a ser reclutados de nuevo
Nahla Khiery, especialista en Protección Infantil de Unicef en República Centroafricana, recuerda el caso de un adolescente de 14 años en Alindao, en la prefectura de Basse-Kotto, que ejemplifica hasta qué punto los grupos armados forman parte de la comunidad. «El chico nos dijo: ‘Estoy contento de haber conseguido escapar y de que ahora me estén ayudando, pero tengo miedo, ya que el grupo armado sabe dónde está mi casa y pueden venir a buscarme cuando quiera», explica la experta.
«Dejo la justicia en manos de Dios»
Joachim-Henri Miabe, padre de Phillipe (nombre ficticio), se enjuga las lágrimas en la camiseta roja mientras recuerda los años en los que su hijo estuvo secuestrado dentro del grupo armado, donde no comía ni podía dormir. Este maestro de 57 años, cuyo primogénito fue asesinado por los rebeldes, explica que no tiene los medios para perseguirlos. «Ellos mataron a mi hijo y secuestraron a otro. Dejo la justicia en manos de Dios. Aunque algún día me dijeran quién mató a mi hijo y quién se llevó al otro, yo no tengo ni los medios ni la fuerza para enfrentarme a esos hombres», mantiene.