Un año con Leiva en el viaje de su vida
Con una copa de vino tinto en una mano y un revólver Smith & Wesson modelo 29 en la otra, Leiva (Madrid, 44 años) decide contar el día que un perdigón le atravesó el ojo derecho hasta quedarse incrustado en su cabeza. Quizá movido por coger la misma arma que hizo famosa Harry el Sucio o quizá porque ese día se ha producido un eclipse solar histórico en este lado del globo que, según los más supersticiosos, puede causar fenómenos extraordinarios, o puede que, sencillamente, porque, como sucede siempre que Leiva está entre amigos, le gusta hablar sin filtros, el músico explica cómo su primo Vikxie, “más que un primo, un hermano” y una de las personas a las que más debe su “amor a la música”, le voló sin querer un ojo cuando apretó el gatillo de un arma que ambos pensaban que estaba descargada. Le habían robado la pistola a su tío y se llevó el perdigonazo a los 12 años. Corría 1992. De camino al Hospital Ramón y Cajal, con la cara ensangrentada y su tío y su primo acompañándole en el coche a toda pastilla por Madrid, Leiva recuerda que empezó a sonar en la radio ‘Knockin’ on Heaven’s Door’, en la versión de Guns N’ Roses, y que esa canción le dio paz, tanto como la conversación con el celador que empujó su camilla de urgencia al quirófano donde sería operado durante siete horas.