Gente se recreaba en el Malecón fue ‘distanciada’ por la Armada
El primer domingo desde que fue declara la “covidianidad” se vio reflejado en las calles de la Zona Colonial. Un niño proporcinaba alimento a las palomas, posándose una de ellas en su mano. Una adolescente decidió hacer la sección de fotos de su cumpleaños número 15 frente a la Catedral Primada de América e inclusive una mujer celebró su fiesta de cumpleaños entre globos, bizcocho y amistades en unos bancos próximos a la Plaza España.
En este lugar, donde se ubica el Alcázar de Colón, las personas prefirieron evitar el ardiente sol y situarse a la sombra de los árboles. Algunos tomaban alcohol y compartían, otros paseaban perros y solo unos pocos caminaban por el centro de esta plaza en compañía de familiares.
A pesar de este panorama familiar, la calle peatonal El Conde mostraba otro aspecto. Conocida por ser una zona viva, llena de música y de personas paseando y visitando sus comercios, ayer estaba en vuelta en un silencio sepulcral.
El paisaje se mostraba casi desértico, con negocios cerrados y solo algunos residentes caminando por sus alrededores.
Al preguntar a un vendedor de las pocas tiendas que estaban abiertas, este dijo que daba pena ver esta calle así y que sin turismo no había vida allí. “Desde que cerraron el aeropuerto y prohibieron el turismo las ventas han caído. Aquí sin turismo no hay vida y la gente de aquí lo que viene es a caminar o pasear. Yo tengo casi un mes que no vendo nada”, especificó el hombre.
Malecón y militares
Unos metros hacía el sur desde la Ciudad Colonial, el Malecón de Santo Domingo se mostraba como otro albergue propicio para la recreación y tomar algo de aire fresco ante las altas temperaturas registradas.
En un recorrido realizado por este medio, se observó cómo desde tempranas horas de la mañana las personas se situaban en algunos bancos, estructuras de cemento y sombras de árboles en compañía de familiares y amistades.
Pero, una vez el reloj marcó las 12:00 del mediodía, un grupo de militares con armas largas y uniformados llegaron a esta zona próxima al mar con la intención de separar a los visitantes y promover el distanciamiento social. Independientemente si se traban de familias o personas que convivían juntos, los militares se acercaban y exigían que entre ellos mantuvieran una distancia de al menos un brazo, requerimiento que no todos tomaron bien.
“Ella es mi esposa, vivo con ella y me acuesto con ella. ¿Cómo tú me vas a venir a decir a mí que me separe?”, exclamó en un tono furioso un transeúnte cuando se acercaron los militares a pedirles que se separaran.
Los militares fueron recibidos, en mayoría de casos, con hostilidad por parte de las personas que los observaron con desprecio, a pesar de que estos trataban de promover una medida para evitar el Covid-19.
“A nosotros nos insultaron a más no poder”, comentó uno de militares tras finalizar el recorrido desde el Obelisco hasta la avenida Máximo Gómez.
“Las personas creen que porque inició la ‘covidianidad’ ya pueden dejar de cuidarse y tomarlo a la ligera, pero el virus aún sigue ahí”, puntualizó.
RECREACIÓN
Espacios.
La Zona Colonial y el Malecón fueron puntos de referencia donde las personas decidieron pasar su domingo junto con sus familias.