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Como eran nuestros destinos favoritos antes

Pensar que el turismo no existía hace cientos de años, sería lo más parecido a un sacrilegio: ya en la antigua Mesopotamia, los comerciantes visitaban Moenjo Daroh, en el valle del Indo, conocida por ser ‘una ciudad futurista’.

Mil años más tarde, los egipcios comenzaron a hacer shopping en las ciudades del Egeo; después Diógenes acuñó el término ‘ciudadanos del mundo’ para referirse a los primeros turistas griegos; y los romanos incluso contaban con una ‘guía turística’ del país vecino conocida como ‘‘Guía de la Grecia Central’’, en el siglo II d.C.

Volver a esos destinos turísticos… antes de ser turísticos.

Las ruinas mayas de Tulum en 1990

El Tulum de 1990.

 Joan Iaconetti / Alamy Stock Photo

Un palacio maya y una pista de aterrizaje en Tulum (México)

Según el antropólogo yucateco Alfonso Villa Rojas, el gobierno federal se volvió más activo en la ocupación de los espacios mayas de Tulum en la década de los años 30, intentando hacer que los sitios arqueológicos importantes dentro del territorio de Quintana Roo fueran accesibles a los turistas. “Se han reconstruido varios templos y palacios antiguos y se ha dotado al lugar de un campo de aterrizaje y un pequeño hotel rústico”, aseguraba. Lo que comenzó siendo un tímido acercamiento a los tesoros arqueológicos de este lugar de México, enlazaría con el auge turístico de los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, especialmente cuando Jacques Cousteau comenzó a sugerirlo como destino de buceo.

El niño que nos llevó hasta Machu Picchu (Perú)

El 24 de julio de 1911, un niño de tan solo 11 años guió a un hombre llamado Hiram Bingham a través de nubes de alpacas y sendas por explorar hasta alcanzar un conjunto de terrazas de piedra. Lo que Bingham vio a continuación, cambiaría por completo la trayectoria de Perú en el mapa viajero. Tras contactar con la Universidad de Yale, National Geographic creó un detallado artículo sobre el desarrollo e investigación de Machu Picchu y la civilización inca, con descripciones de todo tipo: las creencias por parte de los locales de que aquellos extranjeros traían elementos de brujería en sus herramientas topográficas, el recelo de las mulas a saltar con el equipaje por el río Urubamba, o el primer cráneo descubierto en una antigua cueva funeraria.

Tres locales en Machu Picchu a principios del siglo XX con sus trajes tradicionales

Locales en Machu Picchu con trajes tradicionales a principios del siglo XX.

 Frederic Lewis/Getty Images

Un pueblo de pescadores llamado Dubái

Si existe un destino del mundo que haya experimentado un cambio como ningún otro, ese sin duda es Dubái. Lo que hoy son rascacielos y malls fastuosos antaño fue un territorio disputado por las etnias que buscaban entablar negocio con europeos –especialmente en Deira, el principal núcleo de Dubái– a través de su bien más preciado: las perlas. Tras el auge del comercio de perlas sintéticas por parte de Japón, las autoridades introdujeron el cemento en 1955 y en los años 60 se encontró el petróleo. El resultado de la suma, ya lo sabemos.

El mar, desde la Sagrada Familia (por primera vez)

Siempre se ha dicho que Gaudí fue una persona muy justa con todos los obreros y las familias que participaron en la construcción de la Sagrada Familia, cuya construcción a principios del siglo XX giraba en torno a una ermita rodeada de cabras y barrios industriales. Según los historiadores, Gaudí preparaba a conciencia el desarrollo de la visita, centrándose especialmente en las personas más humildes en lugar de las intelectuales.

Tal y como cuenta la arquitecta Chiara Curti, “Gaudí solía subir con los hijos de los obreros a contemplar las vistas, que podían admirarse desde las torres del campanario. Mirando hacia afuera por las hendiduras, Gaudí mostraba a los visitantes los lugares más vinculados a sus vidas, que solían ser los más feos, como las fábricas o los núcleos urbanos de la periferia. Pero la visión panorámica desde lo alto, que unía las vistas de la Sagrada Familia con un paisaje que llegaba hasta el mar, resaltaba su peculiar belleza: un anticipo del escatón, de los cielos nuevos y la tierra nueva.”

La Sagrada Familia a principios del siglo XX

El verdadero lugar sobre el que se levantó la Sagrada Familia.

 Alamy

Un ojo de buey a la Roma de 1927

“La gente entra y sale constantemente por la puerta hacia la calle: una ama de casa romana con la cabeza descubierta, que viene a llenar su fiasco con vino en el mostrador de mármol, un anciano que vende aceitunas en un cubo, un melecottaio que ofrece manzanas enteras asadas y las entrega en un palo de madera”. Esta descripción, la cual evoca una especie de fresco literario, fue escrita desde el interior de una osteria romana por la periodista Ellen Rydelius, autora de la guía Roma en 7 días (1927), la primera de la Ciudad Eterna en idioma sueco.

Polémica Torre Eiffel

Hoy día, contemplar la Torre Eiffel supone la quintaesencia del romanticismo y la idealización. Sin embargo, tras su construcción a principios del siglo XX, los círculos culturales quedaron divididos entre aquellos que apreciaban aquel ejercicio de modernidad, y quienes la repudiaban. En este segundo grupo destaca Guy de Maupassant, crítico vocal de la Torre Eiffel, quien solía comer bajo la propia construcción y así evitar verla desde su apartamento. La describió como “una monstruosidad” y “una gigantesca chimenea negra”. Por suerte, no vivió para ver la Torre de Montparnasse.

Un solo teléfono en toda Santorini

Pensar en el turismo de masas actual nos lleva directamente a Santorini, una isla remota que hace cien años subsistía del comercio de vino y aceite a duras penas. Ya a principios de los 50, se convirtió en parada casual para millonarios en yate por el Egeo, a los que los niños locales despedían desde lejos con antorchas en señal de agradecimiento.

Santorini sobre el 1900

Cuando todavía se podía ir a Santorini

¿Escalar las pirámides? ¡Por supuesto!

Egipto es hoy uno de los destinos más codiciados del mundo y nadie le tose cuando se trata de justificar sus emblemas culturales. Sin embargo, para entender este furor turístico hay que remontarse a 1922, año en que el descubrimiento de la tumba de Tutankamón desató la ‘egiptomanía’ en todo el mundo. Por aquel entonces, los barcos de vapor de lujo eran la opción preferida de los viajeros y, atención, se podía escalar hasta la cima de las pirámides. La peligrosidad del asunto y los graffitis que comenzaron a colmar la cima de la Pirámide de Giza en la primera mitad del siglo XX, llevaron a las autoridades a prohibir la escalada en 1951.

Entrar en Bali (con permiso del rey)

Para el año 2004, Bali contaba con una estimación de 500 mil visitantes. Llegaron más de un millón. Poco hace sospechar hoy día que la primera expedición oficial de las Indias Orientales Holandesas en 1906, requiriese del permiso del raja (rey balinés) de cada territorio para entrar en su paraíso a través de una especie de pasaporte escrito en lengua local y holandesa.

Ver fotos: lugares singulares de España

Tras la incursión, las primeras familias europeas se establecieron a lo largo de la década de 1910, generalmente empleando a obreros nativos en la construcción de sus infraestructuras bajo acuerdos con los propios rajas. Estos obreros, generalmente, nunca cobraron un sueldo. Para la década siguiente, el primer hotel de lujo fue construido

Mientras la ciudad de Machu Picchu era custodiada por alpacas y la Torre Eiffel vivía solo en un plano, un barco atravesaba el Atlántico con un regalo muy especial de parte de Francia a Estados Unidos. Aunque cueste creerlo, la Estatua de la Libertad llegó a Nueva York por piezas. En concreto, a través de 214 cajas cuyo contenido fue ensamblado en 1885 en la isla de Bedloe (ahora isla de la Libertad). La estatua, diseñada por Frédéric Auguste Bartholdi y con una estructura interna creada también por Gustave Eiffel, sería inaugurada el 28 de octubre de 1886. Con el tiempo, se convertiría en icono y faro para millones de inmigrantes que llegaban al país prometido buscando el sueño americano.

Bonus track: Budas de Bāmiyān (o el destino que pudo ser)

Al igual que hoy conocemos muchos destinos antaño casi desconocidos, también hay otros que se quedaron en el camino por causas injustas. Entre ellos, encontramos los Budas de Bāmiyān, gran emblema de Afganistán compuesto por enormes Budas de 38 y 55 metros enclavados en la propia roca, a 130 metros de Kabul. Construidos entre los siglos VI y VII d.C., como lugar budista sagrado durante la Ruta de la Seda, el complejo fue designado Patrimonio de la Unesco e incluso mencionado en clásicos contemporáneos como el libro Mil soles espléndidos. En marzo de 2001, las estatuas fueron destruidas por los talibanes con explosivos.

Piezas de la Estatua de la Libertad antes de montarse en Nueva York

Los pies y la base de la antorcha de la Estatua de la Libertad antes de montarse.

 Bettmann / Getty Images

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