Daniel Noboa, nieto e hijo del poder
A Daniel Noboa Azín no le hacía falta ser presidente. Heredero del imperio bananero más poderoso de Ecuador, creció entre privilegios: mansiones, empresas familiares que facturan millones y apellidos que abren puertas. Pero en su entorno el poder no es un lujo, es una obsesión. Desde muy joven supo que, en su familia, no bastaba con tener dinero. Había que gobernar. Su padre, Álvaro Noboa, uno de los hombres más ricos del país, se lanzó cinco veces a la presidencia y perdió en todas. Una derrota tras otra que se convirtió en una herida en el linaje. Daniel, el primogénito, vino a cerrarla de un solo golpe. Ganó en su primer intento y cumplió el sueño frustrado de su padre.