Los otros expolios y la descolonización de los museos
En enero de 1869, el gobernador civil de Burgos, Isidoro Gutiérrez de Castro, fue asesinado en la catedral por un grupo de exaltados que le pusieron una soga al cuello al grito de “¡Viva la religión!”, arrastrándole después cristianamente hasta provocar su muerte. Los asesinos se habían congregado en la catedral tras correrse la voz de que el gobernador iba a realizar un inventario de objetos artísticos que iban a ser incautados por el Estado. Meses antes, en septiembre de 1868, había estallado la Revolución Gloriosa, y el Gobierno provisional había decretado que la expropiación de obras de arte en manos de la Iglesia era “una necesidad revolucionaria imprescindible”, dado que esas obras “son del pueblo, son de la Nación, son de todos”. La orden que iba a cumplir el gobernador asesinado preveía que esas piezas fueran trasladadas al futuro Museo Arqueológico Nacional, entonces en proyecto.