No hubo suerte para Erika Mejía, 30 días después

Los trabajadores de la funeraria rodeaban el féretro. “Cuando ustedes nos digan, procedemos”, le dijo el jefe de la cuadrilla a la familia de la fallecida, que contemplaba la escena detrás de un cristal. El habitáculo en el que se encontraban, frente a un crematorio de aspecto industrial, parecido al montacargas de un hotel, se llama la “sala de despedida”. Es un lugar de no retorno. Aquí se acababa el camino.

Seguir leyendo