Presos y prisioneros

Que casi el 60% de los presos de las cárceles dominicanas lo estén sin sentencia es un drama. Para ellos y para la sociedad. El sistema, obviamente, no funciona y el hacinamiento provoca tragedias.

 Hoy los esfuerzos se dirigen a que no se les llame presos sino  “privados de libertad”, en otro caso más de uso ridículo del lenguaje. Hablar con definiciones empieza a ser un ejercicio hiperbólico. Sí, un preso es una persona privada de libertad. Se supone que porque fue juzgado y tiene una sentencia condenatoria emitida por un juez. Esas son las reglas de la sociedad. El problema no es llamarle “preso” el problema es que esté “privado de libertad” por meses, a veces años, sin sentencia. 

El miedo a las palabras se extiende y el uso de un lenguaje anestesiado alarga documentos y discursos de una manera cansina y agobiante. pero las palabras también distorsionan la percepción de las cosas. Obviamente, “preso” tiene una connotación más dura que estar “privado de libertad”… aunque se comparta la celda.

Los presos ahora son también prisioneros de la corrección política. Corrección que por desgracia, no alcanza a encontrar las soluciones para las condiciones carcelarias o los procesos judiciales olvidados en polvorientos cajones cuando no enviados al limbo de los “asuntos sin solución por el momento”. 

Se insiste en que el “tránquenlo” era un tema del pasado y no hay duda de que se ha avanzado enormemente. Queda pendiente entender que las prisión preventiva se está convirtiendo en una sentencia anticipada. Que se aplica con excesiva frecuencia y que en muchas ocasiones responde a una presión pública o mediática… que no es lo más sano.