Tres noches de fuertes disturbios por la muerte de Nahel

Otra larga noche para la policía francesa. El jueves 29 de junio, por tercera noche consecutiva, estallaron enfrentamientos en todo el país tras la muerte de Nahel, El Gobierno movilizó a 40,000 policías y gendarmes durante la noche, casi cuatro veces más que el número movilizado el miércoles, recurriendo a unidades especializadas en intervenciones difíciles como la BRI (Brigada de Investigación e Intervención) y el GIGN (Grupo de Intervención de la Gendarmería Nacional).

Los manifestantes levantaron barricadas, prendieron incendios y lanzaron fuegos artificiales a la policía, que respondió con gases lacrimógenos y cañones de agua, en las calles de algunas ciudades de Francia durante la noche tras la muerte de un adolescente de 17 años por un disparo de un agente en un incidente que ha conmocionado al país.

Más de 600 personas fueron arrestadas y al menos 200 policías resultaron heridos mientras el gobierno trata de restablecer el orden en la tercera noche seguida de disturbios.

Vehículos policiales blindados se abrieron paso entre los restos calcinados de los autos que habían sido volcados e incendiados en Nanterre, el suburbio del noroeste del país donde un policía disparó al joven, a quien solo se ha identificado por su nombre, Nahel, durante un control de tráfico. Un familiar de la víctima dijo que su familia tiene raíces argelinas.

Los disturbios se extendieron hasta la capital de Bélgica, Bruselas, donde alrededor de una docena de personas quedaron detenidas tras choques relacionados con el tiroteo en Francia y se registraron varios incendios.

En varios vecindarios de París, grupos lanzaron petardos a las fuerzas de seguridad. La comisaría del distrito 12 de la capital fue atacada y se saquearon algunas tiendas en la calle Rivoli, cerca del museo del Louvre, y en el Forum des Halles, el centro comercial más grande del centro.

En la ciudad mediterránea de Marsella la policía trató de dispersar a grupos violentos en el centro de la ciudad, según las autoridades regionales.

En docenas de ciudades y localidades de todo el país se reportaron incidentes similares.

Las autoridades movilizaron a alrededor de 40.000 agentes para sofocar las protestas. Según el Ministerio de Interior, la policía detuvo a 667 personas, 307 de ellas en la región de París, apuntó la jefatura de la policía capitalina.

Unos 200 agentes resultaron heridos, dijo un vocero de la policía nacional. El número de civiles heridos no se reportó de inmediato.

El ministro del Interior, Gerald Darmanin, denunció el viernes lo que calificó como una noche de “insólita violencia”. Su oficina describió las detenciones como un notable incremento con respecto a operaciones anteriores dentro de los esfuerzos gubernamentales por ser “extremadamente firmes” contra los alborotadores.

El ejecutivo no ha declarado el estado de emergencia, una medida que se implementó para frenar los disturbios luego de la muerte accidental de dos chicos que huían de la policía en 2005. La primera ministra, Elisabeth Borne, sugirió el viernes que se estaba valorando esa opción.

El presidente, Emmanuel Macron, abandonó antes de tiempo una cumbre de la Unión Europea en Bruselas y regresó a París para participar en una reunión de seguridad de emergencia.

El policía acusado de disparar al adolescente el martes enfrenta un cargo preliminar de homicidio voluntario después de que el fiscal Pascal Prache señalase que su investigación inicial lo llevó a la conclusión de que “no se cumplieron las condiciones para el uso legal del arma”.

El incidente, que quedó captado en video, conmocionó al país y agitó las antiguas tensiones entre la policía y los jóvenes que viven en complejos de viviendas sociales y en vecindarios de clase baja.

En declaraciones a la televisora francesa BFMTV, el abogado del policía dijo que el agente estaba arrepentido y “destrozado”. El policía hizo lo que creyó necesario en ese momento, según su letrado, Laurent-Franck Lienard.

“No se levanta por la mañana para matar gente”, dijo Lienard acerca de su cliente, cuyo nombre no se hizo público según las normas del país. “Realmente no quería matar”.

El fiscal explicó que los agentes trataron de dar el alto a Nahel porque parecía muy joven y conducía un Mercedes con matrícula polaca por el carril bus. Al parecer, el joven se abría saltado un semáforo en rojo para evitar a la policía y se quedó atascado en el tráfico.

El policía que efectuó los disparos dijo que temía que él y su compañero, o cualquier otra personas, fuesen atropellados en la huida, añadió Prache.

La madre de Nahel, a quien se identificó como Mounia M., declaró a la televisora France 5 que está enojada con el agente que mató a su único hijo, pero no con la policía en general. “Vio a un chico joven, de aspecto árabe, y quiso quitarle la vida”, afirmó agregando que la justicia debería ser “muy firme”.

“Un agente de policía no puede coger su arma y disparar a nuestros hijos, quitarles la vida”, manifestó.

La abuela del adolescente, que no fue identificada por su nombre, dijo a la televisión argelina Ennahar TV que la familia tiene raíces en Argelia.

Los activistas contra el racismo renovaron sus quejas sobre el comportamiento de la policía.

“Tenemos que ir más allá de decir que las cosas tienen que calmarse», apuntó Dominique Sopo, responsable del grupo activista SOS Racisme. “La cuestión es cómo hacemos para tener una fuerza policial que, cuando vea a negros y árabes, no tienda a gritarles, a utilizar términos racistas en su contra y, en algunos casos, a dispararles en la cabeza».

En Ginebra, la oficina de derechos humanos de Naciones Unidas mostró su preocupación por el asesinato del menor y la posterior violencia, y pidió que se investiguen de inmediato las denuncias acerca de un uso desproporcionado de la fuerza en el operativo para frenar los disturbios.

“Este es el momento de que el país aborde de forma seria los profundos problemas de racismo y discriminación racial en las fuerzas de seguridad», dijo a reporteros la vocera de la oficina, Ravina Shamdasani.

Shamdasani apuntó además que el Comité de la ONU para la Eliminación de la Discriminación Racial expresó en diciembre su preocupación por “el uso frecuente de controles de indentidad, paradas discriminatorias, la aplicación de multas penales fijas impuestas por la policía o las fuerzas del orden, que, según ellos, afectan de forma desproporcionada a miembros de ciertos grupos minoritarios”.