Qué provoca la tartamudez

La tartamudez es una disfunción en el lenguaje que ha sometido en todas las épocas y sociedades a muchas personas a una carrera de obstáculos en su vida para superar burlas, rechazo y una ristra de dificultades que han dejado huella en su desarrollo integral. En la actualidad, la logopedia ha conseguido sistemas de aprendizaje para que esas ‘disfluencias’ no interfieran en su felicidad. Para todos aquellos que tienen que luchar por una comunicación fluida, el  22 de octubre se celebra el Día Internacional de la Tartamudez.

Clara Gutiérrez, logopeda, especializada en tartamudez y directora de la Clínica ‘Clara Logopedia’ (@logopediaclara), en Madrid, explica a EFE qué es la tartamudez y, con los métodos que esta especialidad tiene en la actualidad, cómo se trata para conseguir que “la gente sea feliz aceptando sus diferencias”.

Se dice que hay un 1 % de la población mundial que sufre tartamudez, pero para la logopeda, “este número es muy relativo porque no sabemos si en ese uno por ciento se incluye la tartamudez encubierta, es decir, todas esas personas que no sabemos que tartamudean, pero que no se sienten libres con su comunicación ni con su diversidad funcional, a nivel comunicativo”.

La aparición temprana de la tartamudez

En la actualidad, se han podido llegar a determinar las causas de la tartamudez, y establecer que tiene un origen neurobiológico, que suele aparecer en los niños en la primera infancia, entre los dos años y medio y los seis, aunque, como indica Gutiérrez, hay personas que empiezan a tartamudear más tarde.

La ciencia considera que en el cerebro del tartamudo existe una hiperactivación de las zonas que controlan la fluidez del habla que causa dificultades a la hora de coordinar todo lo que tiene que ver con la preparación motora del habla a nivel cerebral, que provoca la aparición de comportamientos primarios de tartamudez que se manifiestan visiblemente y que son los que en logopedia se denominan disfluencias, es decir, interrupciones involuntarias en el habla.

“Generalmente, esos bloqueos, que son el rasgo más visible de la tartamudez, se inician al empezar a hablar o después de una pausa y parece que esto ocurre en los procesos cerebrales de preparación del habla a nivel motor, donde hay unas interconexiones funcionales que son diferentes y que hace que las personas tartamudeen”.

La logopeda describe cómo las primeras manifestaciones que ocurren en esos bloqueos al iniciar a hablar son la prolongación de sonidos, repeticiones de sonidos, de palabras o de silabas que suelen ser de tres elementos, palabras, sílabas…. “Pero estas disfluencias por si solas no generan lo que llamaríamos tartamudez, porque simplemente podrían ser manifestaciones de una forma diferente de procesar el habla. Lo que genera la tartamudez no se queda en lo que vemos sino en la sensación que la persona experimenta en su propia habla”.

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La palabra que no se puede expresar

“Pongámonos -añade Gutiérrez- en el lugar de una persona que tartamudea cuando tiene un bloqueo, y aunque tiene muy claro cuál es el mensaje que quiere transmitir, no puede hacerlo porque, a nivel muscular, los órganos articulatorios le impiden realizar la función de la palabra. De alguna manera, esa persona percibe la sensación de pérdida de control sobre su propia habla”.

La logopeda aconseja empatizar con estas personas para poder entender la incertidumbre que puede generar esa situación, porque, cuando esto ocurre, se activan mecanismos a nivel cerebral y a nivel emocional que provocan reacciones.

A estas reacciones, “los llamamos comportamientos secundarios de tartamudez que no son precisamente los más visibles, pero que son los más incapacitantes, porque lejos de ayudar, este tipo de reacciones crean respuestas de evitación, de lucha contra esas disfluencias e, incluso, de huida y que podemos identificar, por ejemplo, a nivel muscular en la cara cuando las personas intentan luchar para emitir la palabra, lo que hace que tartamudee más y que tenga más sensación de inseguridad”, indica Clara Gutiérrez.

Entre las reacciones que se producen, la logopeda describe que también puede darse la de retirar la mirada del interlocutor, como si tartamudear fuera algo malo o se estuviera haciendo algo incorrecto. También reacciones físicas como intentar coger aire fuertemente por la nariz o por la boca para emitir la palabra con más comodidad.

Mecanismos de defensa perjudiciales

“Todos estos mecanismos de defensa, lejos de ayudar, lo que hacen es dificultarlo porque así se potencian inconsciente e involuntariamente conductas de evitación para tartamudear, no para aprender a manejarlo”.

Otros comportamientos de evitación o de huida son los verbales, como el uso de muletillas que lo que buscan es posponer el momento incómodo de tartamudez o el uso de sinónimos para evitar una palabra con la que se puede tartamudear y usar otra o simplemente dejar de hablar, pero “también a nivel emocional todo esto va a generar ansiedad, frustración, vergüenza o rabia”, enfatiza la logopeda.

En adultos que han convivido con su tartamudez mucho tiempo, probablemente sin ayuda, han desarrollado mecanismos de supervivencia como podían, pero, para la logopeda, eso no quiere decir que fueran las fórmulas más adecuadas, sino que eran las herramientas que se tenían en ese momento y que les ayudaban a sobrellevar su tartamudez.

“Así, se han podido poner en auge conductas de evitación, entre las que hay una de la que se habla poco que es la tartamudez encubierta; no se ve a la persona con disfluencias porque esa persona ha dejado de participar verbalmente, socialmente, son personas que son calificadas como tímidas, poco habladoras, pero no es menos tartamudez que el que tiene disfluencias visibles, con tensión muscular en la cara, que es otra forma de luchar contra la tartamudez”, subraya Gutiérrez.

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Objetivo: lograr una comunicación cómoda

Según Clara Gutiérrez, hay muchos falsos mitos que tenemos que desmitificar como, por ejemplo, que las personas que tartamudean lo hacen porque están nerviosos o que son personas a las que hay que enseñarles a respirar. “Ellas ya saben respirar -dice Gutiérrez-, lo que pasa es que tenemos que cambiar el modelo de cadencia del habla para facilitar una comunicación cómoda y trabajar el autoconcepto y la experiencia de la persona con su propia comunicación”.

Hoy en día, la logopeda incide en que el enfoque a nivel logopédico que se busca es la comodidad del hablante, no la comodidad del escuchante y “nos basamos en el modelo inclusivo de aceptar las diferencias, lo que ayuda a manejar la tartamudez, y aprender a convivir con ella, porque la tartamudez no se cura, no es una enfermedad, es algo similar a la dislexia (alteración de la capacidad de leer), se trata de un trastorno de la fluidez persistente”.

Pero se pueden aprender estrategias para que la tartamudez no genere limitaciones a nivel afectivo, emocional, social, comunicativo, académico, laboral, etc. Este es el cuadro de la nueva perspectiva, el nuevo enfoque que la logopedia reivindica en su especialidad para tratar la tartamudez.

“Las personas no vienen a logopedia a aprender a hablar de otra manera o cambiar su forma de hablar, porque nosotros aceptamos la neurodiversidad, lo que queremos es que la gente sea feliz aceptando sus diferencias y que esas diferencias no sean un obstáculo para que las personas se puedan desarrollar con comodidad en todos los aspectos”, concluye Clara Gutiérrez.

(Texto: Isabel Martínez Pita)