La madre que visita a su hijo cada Día de los Muertos

El año 1999 la vida de la señora Felícita Suero Liranzo dio un giro inesperado y desgarrador, con la repentina partida de su hijo, un joven de apenas 21 años. Desde entonces, un rincón en su corazón y en su hogar quedó marcado por la ausencia, la cual revive cada 2 de noviembre.

En múltiples ocasiones, Felícita visita el lugar de descanso de su amado hijo, llevándole flores y encendiendo una vela que brilla en la penumbra del camposanto. Para ella, es una forma de mantener viva la conexión con su vástago, de honrar su memoria y de sentirlo cerca, aunque sea en el silencio de un cementerio.

Sin embargo, el 2 de noviembre, Día de los Muertos, es una fecha que se desataca. Desde aquel fatídico año, esta fecha se ha convertido en una sagrada tradición, por lo que se prepara desde tempranas horas de la mañana para emprender su camino al cementerio.

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Infografía
Felícita mientras caminaba hacía la tumba de su hijo. (DIARIO LIBRE/ DANIA ACEVEDO)

Los restos de su hijo, quien murió electrocutado, reposan en el cementerio Cristo Redentor. Pese a lo incómodo de llegar a la tumba, por su lejanía de la entrada, la señora de 72 años caminó hasta el lugar y limpió todo el entorno junto a un joven que la ayudaba.

«Mientras pueda y Dios me ayude, no he dejado de venir nunca, es mi hijo y no lo voy abandonar mientras yo esté viva», dijo a Diario Libre.

Le colocó un velón y flores mientras expresaba que pese al pasar de los años, 24 en total, su dolor sigue intacto como si fuera ese terrible día.

Al igual que Felícita, varias personas han acudido al lugar a honrar a sus parientes que ya no están con ellos en la vida terrenal.