Gerentes con los “juegos pesados”

¿Qué significa “juego pesado”? Depende del contexto. Cuando con esta expresión nos referimos a los juegos de mesa, el “peso” hace alusión a su complejidad o dificultad, tanto en lo que respecta a las reglas como a las tácticas para encontrar soluciones. En ese sentido, mientras más complejo o difícil sea un juego, más “pesado” se considera.

Sin embargo, si nos concentramos en las actividades lúdicas de los niños (y también de los adultos), entonces tenemos que convenir en que el concepto “juego pesado” describe aquellas acciones que lastiman al oponente y, en ocasiones, hasta le provocan el llanto: empujones, golpes y violaciones a todo tipo de reglas.

Ahora bien, para los dominicanos, una persona “tiene los juegos pesados” no solo cuando, en lo que debería ser una actividad divertida, termina apelando a las fricciones y a la violencia. Y es que para nosotros, “tener los juegos pesados” es una expresión que burla las fronteras de lo meramente físico y corporal, y se apropia del plano psicológico, de lo intangible. Así, aquel que “tiene los juegos pesados”, es capaz también de agredir verbalmente y hacer daño emocional.

En esta misma línea de análisis de nuestra cultura popular, y dirigiendo ahora nuestro foco al ámbito organizacional, el perfil del ejecutivo que tiene los  “juegos pesados” se corresponde con aquel que asume el poder coercitivo como estilo gerencial y eje transversal de su gestión.

En otras palabras, el gerente que tiene los “juegos pesados” apela fundamentalmente, y amparado en el poder legítimo que ostenta en función de su cargo, a las amenazas y otras sanciones como técnicas de control, para lograr efectividad y eficiencia. 

Este uso del poder coercitivo por parte del gerente, en su afán de procurar una influencia en el desempeño que de otro modo no sería capaz de obtener, se manifiesta con actitudes incisivas, violentando los derechos fundamentales de los empleados, mediante toda suerte de medidas punitivas y atropellos, infundiendo el miedo y contaminando un clima organizacional que cada vez se hace más adverso para la productividad, tanto en términos de cantidad como de calidad en los resultados.

En adición a estas manifestaciones comportamentales de un gerente con los “juegos pesados”, no podemos obviar que, en muchos casos, exhibe rasgos egocéntricos y narcisistas, lo cual entiende que lo torna enigmático e inescrutable, y hasta con aura fascinante, traduciéndose este cuadro en un mayor impacto negativo en aquellos cuya suerte manipula con total discrecionalidad y que se mantienen ansiosos, a la expectativa de las represalias que pudiere tomar una vez sus órdenes no son cumplidas. De ahí el hecho de que, en la empresa, aunque no falten quienes reconozcan en este gerente ciertas bondades, no duden en mantenerse alertas a sus “juegos pesados”.

Es posible que no exista un solo empleado dominicano que no viva la experiencia de tener un gerente con los “juegos pesados”, así como también quienes, recién contratados e incorporados a los procesos de inducción propios de la organización, no se llamen a engaños cuando un compañero con más experiencia les advierte de esta retadora situación recurriendo a otra frase que parecería paradójica, y le dice que tenga mucho cuidado porque ese jefe “no juega”.

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