La llegada del verano aumenta los temores a nuevas catástrofes migratorias

Redacción Internacional, (EFE) – Cientos de personas desaparecieron al suroeste de la isla griega del Peloponeso tras hundirse el 14 de junio un barco con más de 700 migrantes, 34 personas desaparecieron el día 20 en el Atlántico, a 185 kilómetros al sur de Gran Canarias y otras 40 en el naufragio el pasado sábado de una barca con decenas de migrantes frente a Lampedusa (sur de Italia). Son las últimas tragedias en el mar cerca de Europa.

La portavoz de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), Safa Msehli, reconoce que no hay motivos para pensar que en verano las peligrosas travesías hacia el sur de Europa vayan a reducirse, tras meses de estable aumento, pero destacó que «las vidas humanas no deben reducirse a números, algo que tememos que pueda estar ocurriendo en el Mediterráneo».

Según la OIM, en lo que va de año al menos 1.807 migrantes han muerto o desaparecido en travesías hacia Europa a través del Mediterráneo.

LA RUTA DEL MEDITERRÁNEO CENTRAL

Según la OIM, la ruta mediterránea central (desde Libia hacia Italia) es la más peligrosa del mundo: «Año tras año documentamos allí cientos de muertes y vemos muy pocas acciones concretas para responder a esta situación».

El Gobierno italiano de la ultraderechista Giorgia Meloni decretó el estado de emergencia nacional migratorio para todo el verano, una manera de destinar recursos para el traslado de migrantes y repatriaciones más rápidas sin tener que pasar por el Parlamento para su aprobación.

Italia teme un aumento de las llegadas en verano: ya en lo que va de año han sido casi 60.000, más del doble que todo 2022, pero aún muy lejos de los números de otros años como 2016, cuando fueron 181.436.

Meloni ha restringido la labor de los barcos humanitarios de rescate: asigna un puerto inmediato después de cada operación -sea cual sea el número de migrantes rescatados- que, además, suele estar lejos.

El barco Aita Mari, de la ONG española Salvamento Marítimo Humanitario, desembarcó el pasado domingo en el puerto italiano de Salerno (sur), a 172 personas rescatadas, tras más de un día y medio de navegación desde la zona de auxilio.

Tras el naufragio del 26 de febrero frente a las costas de la localidad de Cutro (sur) en el que murieron al menos 94 personas, Italia aprobó una ley que introduce un nuevo delito, «muerte y lesiones por el tráfico de inmigrantes clandestinos», con penas de hasta 30 años de cárcel.

LIBIA COMO PUNTO DE PARTIDA

Según la portavoz de la OIM, en los últimos tiempos se está registrando un mayor número de salidas de migrantes desde el este de Libia.

Libia ha sido denunciada como país «no seguro» para una población migrante de unas 600.000 personas que sufren continúas violaciones de derechos humanos. Aún así, recibió la semana pasada de Italia dos nuevos barcos de rescate como parte del renovado acuerdo para contener el flujo migratorio.

La misión especial de la ONU en Libia (UNSMIL) ya ha mostrado su preocupación por la detención arbitraria y masiva de migrantes y solicitantes de asilo -incluidos menores- bajo pretexto de la lucha contra el crimen organizado en Libia.

En lo que va de año, al menos 7.477 personas han sido interceptadas -161 de ellas niños-, y devueltas a Libia, que junto a Túnez concentran alrededor del 94 % de las salidas en la ruta central del Mediterráneo.

La campaña lanzada contra la población subsahariana por las autoridades tunecinas, calificada de racista, ha contribuido al incremento de huidas por mar, según el Foro Tunecino por los Derechos Económicos y Sociales (FTDES) que cuestiona que Túnez siga siendo un «país seguro» para el retorno de migrantes y refugiados.

La Guardia costera tunecina interceptó 14.000 migrantes, la mayoría subsaharianos, en los tres primeros meses del año.

GRECIA, AUMENTO DE REFUGIADOS

Con la llegada del verano, Grecia ha registrado un aumento de refugiados y migrantes a través del río Evros, frontera natural con Turquía, así como las embarcaciones precarias cargadas de migrantes interceptadas por la guardia costera griega.

Durante los últimos cuatro años, Grecia ha sido acusada de forma reiterada de realizar ilegales «devoluciones en caliente» de migrantes hacia Turquía.

Según el Ministerio de Migración, las llegadas en 2022 de migrantes y refugiados aumentaron un 96 % respecto al año anterior, hasta totalizar 17.112.

La Guardia Costera turca ha aumentado su actividad para interceptar embarcaciones con migrantes que parten desde las playas turcas, normalmente en lanchas neumáticas, con destino a las cercanas islas griegas.

Entre el domingo 25 y el lunes 26, los guardacostas han interceptado a 215 migrantes, entre ellos 65 que viajaban en un barco de vela en ruta a Italia.

Según las estadísticas publicadas por el Ministerio del Interior, las autoridades detienen cada mes entre 12.000 y 13.000 refugiados e inmigrantes, un número que llegó a 7.300 en las dos primeras semanas de junio.

Desde que a finales de 2019 estallara una grave crisis económica en el Líbano, se ha disparado el número de salidas ilegales sobre todo desde la ciudad costera de Trípoli (norte), de donde parten embarcaciones con ciudadanos libaneses y también refugiados sirios, comunidad especialmente golpeada por la depresión en el país.

Egipto arrastra una crisis económica desde hace años, agravada por la guerra de Rusia en Ucrania, dado que es uno de los principales importadores de trigo del mundo.

Esto ha llevado a que más jóvenes busquen irse a Libia para tomar la ruta del Mediterráneo hacia Italia o Grecia.

LA RUTA OCCIDENTAL

El extremo este argelino pertenece a la ruta central del Mediterráneo, mientras que las barcazas que salen por la ruta occidental desembarcan en España, que registró en 2022 un descenso del 50 % con respecto a periodos anteriores.

Argelia, también país de tránsito para la población subsahariana, es ante todo señalada por expulsar a miles de migrantes en el inhóspito desierto del Sáhara, una también peligrosa travesía migratoria sobre la que apenas se tienen datos de muertos o desaparecidos.

En Marruecos se ha observado en los últimos meses un refuerzo del control de las costas mediterráneas, lo que empuja a los emigrantes a alternativas para llegar a España, como la ruta atlántica hacia las Islas Canarias, la más peligrosa y concurrida tanto por marroquíes como subsaharianos.

Según el Ministerio de Interior marroquí, en 2022 las autoridades del país rescataron a 12.478 personas de aguas del Mediterráneo y el Atlántico, frente a las 14.236 del año anterior.

En los cinco primeros meses de 2023, socorrieron a 3.150. Interior afirma que en 2022 impidieron que 70.781 personas salieran hacia España por tierra o mar, una cifra que sitúa en 63.121 en el año precedente.

Organizaciones de ayuda a inmigrantes como Caminando Fronteras denuncian una política de Frontex enfocada a impedir su llegada, en vez de asistirlos en emergencias como un reciente hundimiento de una embarcación en esta ruta, con alrededor de una treintena de desaparecidos después de esperar durante horas sin ser rescatados. 

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