El golpe a Bosch

Hace sesenta años, un miércoles 25 de septiembre de 1963, el gobierno legítimamente elegido en las urnas del profesor Juan Bosch fue derrocado por un golpe militar.

Tanto el argumento de justificación de ese golpe de Estado, que Bosch era comunista, como los poderosos intereses que estuvieron detrás, se inscriben en la historia de América Latina con el sello que tuvieron aquellas despreciables “revoluciones salvadoras”, que solo defendían los que temían ver menguados sus privilegios.

La República Dominicana de aquel entonces, que apenas estaba saliendo de la ominosa tiranía de Trujillo, que sometió al pueblo a toda clase de vejámenes durante treinta años, volvió a verse envuelta en enfrentamientos que dejaron su huella de sangre.

Una de las consecuencias de aquel golpe fue la Revolución de Abril de 1965, inspirada en el retorno de Bosch al poder y la vuelta a la Constitución de 1963, que fue enfrentada con la intervención militar de Estados Unidos, y que costó miles de vidas valiosas que salieron a defender la democracia y la dignidad nacional.

Juan Bosch continuó gravitando en el panorama político dominicano sin que jamás pudiera ocupar la presidencia de la República; formó un partido inicialmente de cuadros, el PLD, que llegó al poder con Leonel Fernández como presidente en 1996.

El país que llevó al profesor Juan Bosch a la presidencia nunca volvió a ser el mismo.

Con esa acción golpista se podría decir que se torció el rumbo de la historia dominicana. Con Bosch, luego de la oscura noche de 30 años de tiranía trujillista, entrábamos al concierto de las naciones democráticas, con una constitución avanzada para la época.

Cabría preguntarse cuál hubiera sido el derrotero del país y sus instituciones si Bosch hubiera tenido la oportunidad de llevar a la práctica sus propuestas programáticas.

Propicio es este día para rendir tributo a los que, armas en manos, fueron ejemplo de valentía y abnegación para la restauración del gobierno constitucional depuesto.

Justo es reconocer en esta fecha la hombría de bien de Bosch, su claridad, sus características de líder popular y referente de los intereses nacionales, en contraposición a los que lo sacaron del poder por la fuerza de las bayonetas, que siempre figurarán en la memoria del pueblo como traidores a la patria y servidores del poder extranjero.

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