Palestino de 17 años liberado tras canje de rehenes
«Una alegría incomparable» sintió Nashat Dababshe, palestino de 17 años que pasó un año y medio en la cárcel antes de ser liberado el lunes por Israel, en virtud del canje de rehenes israelíes por presos palestinos pactado con Hamás.
Tras 18 meses de rutinaria vida carcelaria, Dababshe se levantó la mañana del lunes en la prisión de Meguido sin saber que en breve le soltarían. Horas después, se reunía con su familia en su casa de Silwán, en Jerusalén Este, donde mucha gente celebraba que varios muchachos eran liberados y regresaban a las callejuelas del barrio.
A pocos metros de la vivienda de Dababshe, donde este disfrutaba de su primer momento de libertad con su madre, Jalil Awar, joven de 17 años también excarcelado, era recibido por familiares y amigos en su casa en una celebración discreta, ya que Israel ha vetado la celebración de recepciones o fiestas públicas, y policía israelí seguía patrullado el barrio.
Tensión latente en el barrio jerosolimitano de Silwán
Como otros jóvenes de Silwán, uno de los barrios más tensos de la parte Este ocupada de Jerusalén, Awar y Dababshe fueron encarcelados por condenas de «apoyo el terrorismo, lesiones corporales graves y daños por negligencia o malicia», así como posesión de armas o artefactos explosivos, según el Ejército israelí.
Ellos alegan que se les encarceló por enfrentarse a las fuerzas de seguridad israelíes y que no cometieron ningún delito grave, pero aún así y pese a ser menores, fueron a prisión, algo que condenan grupos de derechos humanos y organismos internacionales.
«Fue una gran sorpresa salir de la cárcel y que tantos me vinieran a recibir», dice a EFE, entre saludos de parientes reunidos para recibirle, Jalil Awar, aún desubicado tras salir de golpe tras 13 meses en la cárcel, donde entró con 16 años.
Sin el pacto entre Hamás e Israel que pausó la guerra en Gaza por al menos cuatro días a cambio del canje de 50 rehenes israelíes por 150 presos palestinos -mujeres y niños en ambas partes-, Awar habría estado 7 meses más en prisión hasta cumplir toda la condena.
A Dababshe le quedaba otro año y medio en la sección de menores de la cárcel de Meguido, donde dice que la mayoría de reclusos eran de Jerusalén Este y una cincuentena de su mismo barrio de Silwán.
Este lugar, situado en un valle que desciende cerca de los muros de la Ciudad Vieja de Jerusalén, es un punto de fricción habitual entre fuerzas israelíes y residentes palestinos, que denuncian una dura represión policial que se ha acentuado los últimos meses, tras el estallido de la guerra entre Hamás e Israel el 7 de octubre.
Los jóvenes «entran y salen» de prisión
«Ya hemos tenido a otros familiares en prisión, entran y salen, ahora también liberaron a dos primos míos», explicaba a EFE Ahmad Awar, padre de Jalil, que lamentó que Israel les haya vetado cualquier celebración pública para dar la bienvenida a su hijo.
«Nos dijeron que no podíamos hablar, celebrar o levantar banderas, y no hemos hecho nada. No podemos hacer otra cosa, si no les haces caso pueden volver a detener a mi hijo», dijo Awar.
Este miedo también lo tiene Dababshe, quién teme que Israel lo vuelva a arrestar y que asegura que antes de salir de prisión le alertaron «de que no hablara de asuntos políticos» y le hicieron firmar papeles por los cuales «le prohibían hacer cualquier cosa».
«Ahora quiero trabajar, construir mi casa, y que todas las cosas en las que sueño se hagan realidad», declaró el joven, con aire cansado y sentado en su casa mientras amigos le pasaban a saludar.
Los dos últimos meses en prisión «fueron muy duros», y tras el estallido de la guerra se quedó sin visitas familiares, incomunicado del exterior y expuesto a agresiones de los guardas, aseguró Dababshe.
«No dormíamos mucho porque en cualquier momento te despertaban, no te dejaban relajarte, nos gritaban, insultaban y pegaban», agregó.
Las celdas «se abarrotaron de presos, en algunas había hasta 10 personas, más de los seis reglamentarios. Acabamos durmiendo unos encima de otros», aseguró el joven, que remarca que desde que inició la guerra el trato de las autoridades israelíes «empeoró mucho».
Temor a más arrestos
Ahora, tanto él como otros menores palestinos que están siendo liberados estos días deben retomar su vida, pero pese a cierta sensación de triunfo por lograr que Israel cediera y les dejara libres, muchos temen las redadas y arrestos de fuerzas israelíes que ocurren a diario y aumentaron aún más con la guerra.
Esto se percibe también en Silwán, barrio donde hay una alta presencia de colonos israelíes, en parte extremistas y cercanos a la ideología de la ultraderecha mesiánica israelí que promueve la «judaización» de la Ciudad Vieja de Jerusalén y las áreas colindantes.
Ante ello, muchos palestinos del área dicen estar acostumbrados a la fricción y a los arrestos y, según un vecino en su treintena que ya estuvo tres años en la cárcel y que prefiere mantenerse en el anonimato: esto es algo común de hace tiempo.
«Los jóvenes en Silwán crecen con el riesgo de acabar en prisión. Si te detienen, antes de ir a juicio ya sabes que irás a la cárcel, esta es la dinámica en el barrio», lamenta la misma fuente.