Entrevista a Ndaba Mandela, nieto de Nelson Mandela
Puntual, paciente ante los ajustes técnicos y atento al entorno, volteaba hacia su acompañante para pedir la traducción de nuestras conversaciones en español, que él no entendía, Ndaba Mandela, nieto del icónico expresidente sudafricano y premio Nobel de la paz, Nelson Mandela, estuvo de visita en el país invitado por el Defensor del Pueblo.
Graduado de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la Universidad de Pretoria y presidente del Instituto Mandela por la Humanidad, Ndaba está a punto de cumplir 41 años. Heredó la mirada analítica, el porte y la sonrisa del hombre que cambió la historia de millones de personas de color. Con Diario Libre habló de los contrastes de su singular infancia que inició en Soweto, un barrio poblado solo por personas negras durante el apartheid, el sistema de estado que limitaba hasta la profesión que podía escoger. Pero entró a la adolescencia viviendo junto a su abuelo convertido ya en el primer presidente negro de Sudáfrica y al lado de quien vivió hasta la adultez.
La lucha en su continente contra el sida, enfermedad que mató a su madre Hi Zondi, con 46 años, y a su padre Makgatho Mandela, a los 54 años; los avances de la humanidad en esta década sin Nelson Mandela y el legado que ese abuelo legendario dejó al mundo, se cuentan entre los temas abordados durante una conversación que fluyó hasta que le preguntamos si la familia Mandela permanece unida. A esa interrogante dio su respuesta más breve, de una sola palabra.
-El día que llegó aquí se cumplieron 10 años de la muerte de su abuelo, ¿lo recordó de alguna manera especial?
Sumamente especial por el recibimiento tan cálido que me dieron desde la oficina del Defensor del Pueblo. Me llevaron a un juego de béisbol… Me he sentido muy bien. Y sí es un poco agridulce, en momentos, recordar la muerte de mi abuelo, pero, al mismo tiempo, se sintió como un día de celebración, de celebrar la vida de mi abuelo, que de eso también se trata en mi cultura.
-Vivió el apartheid y el gobierno de Mandela, ¿cuál fue el mayor contraste entre uno y otro?
Durante el apartheid los policías eran los enemigos, eran vistos como personas que acosaban a los ciudadanos, no se les podía reportar nada, hacían allanamientos aleatorios de cualquier casa. Todo el mundo les tenía miedo, la Policía era el brazo ejecutor de la mano del Estado. Sin embargo, luego, se puede tener una conversación con los policías, no son vistos como enemigos, sino como seres humanos y esa, yo diría, fue la diferencia principal entre una etapa y la otra. Y algo también muy marcado, fue la relación con las personas blancas. Era una relación similar a lo que sucedía con la Policía. Los blancos eran vistos como los amos o los opresores, había que hacerles una reverencia, hincarse en una rodilla. Todo el mundo le tenía miedo a la gente blanca, y luego, ya no es el caso. Ya se puede hablar con ellos sin ningún problema, ya podemos comportarnos como nosotros mismos en frente de cualquier persona blanca.
-Entonces, ¿Sudáfrica realmente cambió?
Completamente. Esa fue (el apartheid) una era sumamente marcada. Nosotros no podíamos sentarnos aquí, no podíamos sentarnos allí, no podías entrar en un área u otra, abrir una puerta… esa era la regla. No podías estudiar ciencia, no podías estudiar para ser un piloto. Pero, luego, podemos soñar, es básicamente la idea, podemos ser y estudiar lo que queramos. Y con esto lo más importante es que, como personas negras, podemos crear riquezas, trabajar por riquezas y trabajar por una vida, que nosotros entendamos que nos merecemos.
-¿Qué le diría a Mandela sobre los derechos humanos en estos 10 años?
Yo diría que hemos avanzado como humanidad en el nivel de conciencia, el ser humano es mucho más conscientes del Medio Ambiente, tenemos mucha más conciencia de nuestra propia salud, de nuestros cuerpos. Y, al mismo tiempo, tenemos más guerras que antes. A medida que la tecnología ha avanzado, ciertamente, ha facilitado muchas cosas, aunque, también, ha creado polaridad entre las personas. Pero yo diría que el peor atraso que hemos sufrido, desde que él partió, ha sido el liderazgo. Si pensamos, por ejemplo, en las Naciones Unidas, 205 naciones y su equivalente en presidentes, ¿cuántos presidentes podemos decir de esos 205 que son buenos presidentes? Probablemente ni siquiera llegamos a cinco, y eso es un problema.
-Usted publicó un libro, viaja por el mundo, ¿qué más hará para promover el legado de su abuelo?
Yo creo que lo más importante que se debe hacer es un trabajo con la juventud, con los que serán los futuros líderes, enseñarles los valores de Nelson Mandela y su tipo de liderazgo. Enseñarles que todos y cada uno tiene un pequeño Nelson Mandela dentro de ellos mismos que pueden sacar.
-A los caribeños a veces se nos olvidan nuestras raíces africanas, ¿qué debemos tener presente?
Que fueron de los primeros en heredar esa cultura, en tener esa herencia africana y con esa herencia viene una conexión mucho más profunda con la tierra como cultura, al final del día, toda la humanidad puede decirse que viene, en cierto sentido, de África. Es importante tener en cuenta esa conexión que nosotros tenemos, que es especial, con la tierra. Hay un dicho en África, es algo que significa humanidad: “Yo soy porque usted es porque nosotros somos”. No puedo ser una persona sin usted. Yo me vuelvo una persona a través de otras personas. Ningún hombre o mujer es una isla. Y en nuestra humanidad entendemos que compartimos el mismo destino. No solo es responsabilidad de los padres criar a los hijos, es responsabilidad de toda persona mayor, a ese niño o niña, hacerle reprimendas si comete un error o felicitarlo cuando hace una buena labor. Por eso viene el dicho en África que dice “se necesita una villa para criar a un niño”.
-¿Cómo ve el desarrollo humano en El Caribe?
Esta parte del mundo, digamos, es sumamente pacífica y eso es bueno, pero, aun así, tiene pobreza, violencia, cierto tipo de discriminación, incluso, a veces, y esos mismos problemas que se tienen aquí, aun estando en paz, son problemas que se comparte en todo el mundo. Así que hay una conexión porque, aunque estamos en diferentes contextos de la historia, compartimos el mismo tipo de problemas sociales, unos más que otros y, en ese sentido, entiendo que siempre podemos aprender uno de los otros, para lidiar con estas situaciones, por lo tanto, somos más fuertes unidos de lo que somos individualmente.
-¿Por qué África pierde la batalla contra el Sida?
Bueno, nosotros estábamos perdiendo la batalla contra el VIH, pero hoy en día estamos en una posición mucho mejor. Uno de los problemas principales con el VIH, si vive en África, era precisamente el estigma que existía con la enfermedad, de hecho, cuando mi padre murió de sida, la familia se reunió para discutir cómo daríamos la noticia de la causa de su muerte. Un miembro de la familia dijo que se pudiera decir que él murió de neumonía o tuberculosis porque el VIH en sí no mata a la gente, mata al sistema inmunológico, pero mi abuelo dijo que no, que “debemos decir que la vida de mi hijo fue arrebatada por el VIH”. Y fue la primera vez que una familia prominente reveló la causa real de la muerte de uno de sus seres queridos (por sida).
-A propósito, ¿la familia Mandela está unida?
No. (Sonríe)
-¿Cuál es su película favorita sobre Mandela?
Invictos, con Morgan Freeman. ¿La viste?
-Sí, es excelente. Usted cumple años el 23 de este mes, ¿vuelve a Sudáfrica?
Sí, vuelvo a Sudáfrica para mi cumpleaños y planeo tomar a mis dos hijos, mi hijo y mi hija, y llevarlos a la villa, un lugar alejado de la ciudad, donde descansan los restos de mi abuelo, porque es una oportunidad para conectar con nuestros ancestros y una oportunidad de conectar con mi abuelo que decidió ser enterrado en esa villa.