Miami Beach busca frenar el caos del Spring Break con medidas de emergencia
La calma regresó a Miami Beach después de un fin de semana en el que la Policía tuvo que poner en cintura a una multitud descontrolada que no respetaba las normas de prevención de la covid-19 ni el toque de queda vigente desde este sábado, ahora extendido hasta el 12 de abril.
“Hoy está tranquilo. Debe ser por la resaca de anoche”, le dijo este lunes un hombre a otro en South Beach, área que ha sido en las últimas semanas el epicentro de los desórdenes protagonizados mayoritariamente por turistas, en su mayoría jóvenes en vacaciones de primavera (“spring break”), dispuestos a disfrutar sin límites.
Al menos una persona murió por heridas de bala en uno de los incidentes con armas de fuego.
Las refriegas con la Policía e incidentes han dejado desde el pasado 15 de febrero 1.050 arrestos, 398 de ellos por delitos graves, y 102 armas decomisadas, informó este lunes a Efe Ernesto Rodríguez, portavoz de la Policía de Miami Beach. Añadió que 542 de los arrestos son de personas de fuera de Florida.
Este mañana, Ocean Drive, una calle icónica de Miami Beach con edificios estilo art déco y el sitio de juerga preferido de los llamados “spring breakers”, estaba tranquila.
Por las calles sucias que han dejado semanas de fiestas, varios jóvenes rodaban sus maletas de viaje, dejando la ciudad, mientras otros llegaban al icónico bar Clevelander sólo para constatar que estaba cerrado.
Desde el viernes, sus dueños anunciaron la clausura temporal al considerar que la ciudad no había podido frenar a las masas indisciplinadas y que ellos no podían poner en riesgo de enfermedad a sus empleados.
El uso de personal del grupo especial SWAT (Armas y Tácticas Especiales) y de balas de pimienta durante los operativos para hacer cumplir el toque de queda durante las últimas dos noches ha sido criticado por algunos líderes afroamericanos, que lo consideran excesivo para reprimir a universitarios, en su mayoría de raza negra.
“El problema es que estamos en una pandemia”, ha dicho el alcalde de Miami Beach, Dan Gelber, al justificar el toque de queda y los cierres de los viaductos de acceso a la ciudad que han afectado a residentes, negocios y a los mismos turistas.
Las autoridades al parecer preveían estos desafueros a juzgar por lo que dicen los carteles instalados semanas atrás en las estaciones de autobuses y a lo largo del bulevar playero: “Disfrute de las vacaciones con responsabilidad”.
Las recomendaciones de no beber o fumar marihuana en público ni manejar borrachos han sido obviadas por muchos, como también el uso de mascarillas y la práctica de la distancia social.
MASAS, VIOLENCIA Y PANDEMIA
El alcalde Gelber ha repetido hasta el cansancio que coincidieron la llegada masiva de estudiantes, el carácter violento de varios de ellos y la pandemia.
La Policía por su parte ha señalado que hay maleantes que están aprovechando estas muchedumbre para hacer sus fechorías.
Este lunes, los frecuentes ciclistas y corredores del bulevar a lo largo de la playa apenas hablaban indignados de “las tropelías” de las últimas semanas, justo cuando Florida se suma como tercer estado del país con más de 2 millones de casos de la covid-19, en su mayoría en Miami-Dade, donde está Miami Beach.
El toque de queda, que rige a partir de la 8 de la noche y hasta las 6 de la mañana, de jueves a domingo, e incluye el cierre de los bares y restaurantes en una amplia zona de South Beach, en el sur de Miami Beach, fue ampliado hasta el próximo 12 de abril.
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Entre tanto, el cierre de los tres viaductos de acceso al sur de la isla de Miami Beach, MacArthur, Venetian y Julia Tuttle, para evitar el ingreso masivo de personas durante el fin de semana, tiene inconformes a residentes y trabajadores del área.
Durante las últimas dos noches han tenido que aguantarse congestiones y demoras para entrar a la isla.
Las medidas de emergencia tampoco fueron bien recibidas por varios dueños de hoteles y negocios, que apenas empiezan a recuperarse de la pandemia.
EL ESTADO DE LA “LIBERTAD”
El demócrata Gelber además ha tenido que lidiar con la laxitud del gobernador Ron DeSantis frente a la pandemia.
Florida, el “estado de la libertad”, como lo han proclamado el mandatario republicano y sus colegas, que han cuestionado las restricciones y las cuarentenas prolongadas de otros estados durante la pandemia, ya acumula unas 33.000 muertes y 2 millones de contagios por el coronavirus.
Aunque el “estado del Sol” es el tercero en el país con mayor incidencia del virus después de California y Texas y el cuarto por fallecimientos, DeSantis se ha opuesto a obligar el uso de la mascarilla y prohibió multas por infracciones relacionadas con la covid-19.
Incluso en la última semana, el republicano realizó un foro con personal médico que puso en duda la eficacia del tapabocas.
El condado de Miami-Dade sigue en la delantera en Florida con 424.352 casos y 5.725 fallecimientos hasta el domingo.
En Estados Unidos la mayor cantidad de casos se han presentado en California, Texas y Florida.
Entre tanto, la mayor cantidad de muertes han sido en California (57.502), Nueva York (49.426), Texas (47.347) y Florida (32.742), de acuerdo con el recuento independiente de la Universidad Johns Hopkins.
DeSantis ha apostado por la vacunación como la principal arma contra la pandemia y en Florida ya se han aplicado 4,5 millones de dosis, especialmente a los mayores. Desde hoy los centros de vacunación están abiertos a las personas de 50 años o más.
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