Los acuerdos con Moise en el limbo tras su asesinato
El 10 de enero de este año, Haití y República Dominicana dieron inicio a una firma que prometía una relación más estrecha entre ambos países. Se trató de planes de infraestructuras y la implementación de un registro civil.
Sin embargo, según el profesor y experto en temas internacionales, Iván Ernesto Gatón, promover su ejecución no ha sido posible.
Gatón plantea que el estancamiento de estos proyectos no ha sido fruto del magnicidio del presidente haitiano Jovenel Moise, el pasado 7 de julio, tras argumentar que la situación se da porque esta declaración conjunta no ha tenido actores efectivos en ambos países que impulsen su implementación
“Todo eso requería de que otros actores políticos haitianos lo validaran también, todo lo que acordó el presidente Abinader con el presidente Moise no fue aprobado por el Congreso Nacional. Queda en el limbo, no existe y sobre todo los actores que deben actuar no han realizado los pasos necesarios para ejecutarse. Todo lo que se habla con Haití después no se cumple, porque no hay un interlocutor válido”, explica Gatón.
En la lectura de esta declaración conjunta o acuerdo de intención, realizada en el Palacio Nacional un día después de que Abinader y Moise informaran que se habían reunido en la frontera de Elías Piña para discutir las prioridades de la agenda bilateral entre Haití y la República Dominicana, ambos países se comprometieron a trabajar en el proceso de identificación y de inscripción en el registro civil haitiano de todos los ciudadanos del vecino país que se encuentran en territorio dominicano.
Otros acuerdos
Además, se comprometieron a cooperar en la construcción de hospitales generales en territorio haitiano, con el apoyo de la comunidad internacional. Asimismo, abrir el proceso de negociación para delimitar las fronteras marítimas entre los dos países. “Este proceso se iniciará lo antes posible”, decía el acuerdo.
También República Dominicana y Haití desplegarían tecnologías de vanguardia para eliminar el flujo migratorio irregular, el tráfico y la trata de personas, el flujo de armas, el narcotráfico y el robo de ganado, entre otras actividades ilícitas.
Cooperarían de manera mutua y sostenible en los campos de la energía, la producción agrícola e industrial, el combustible para cocinar y los esfuerzos para frenar la desertificación. Un plan conjunto para reforzar la seguridad y la vigilancia fronteriza; “consecuentemente, cada país colaborará con el otro en caso de que se construyan controles físicos o tecnológicos en todo el borde terrestre de la frontera”, añade.
También continuarían con las negociaciones de manera sostenida hasta alcanzar un acuerdo comercial general, con el objeto de establecer normas transparentes, estables, justas y previsibles para ambas partes y que permitiría frenar el contrabando que erosiona la base impositiva de ambos países.
Trabajarían estrechamente en planificar una matriz de interconexión energética entre ambos países, priorizando las energías renovables (eólica, solar, biomasa, hidroeléctrica) que permitiría el intercambio del excedente de energía de un país a otro y por último fomentarían la producción de productos biodegradables en lugar de aquellos que dañan el medio ambiente, especialmente los fabricados con poliestireno.
Frenados
Aunque algunos de estos puntos fueron abordados por ministros y directores de ambos países, entre octubre de 2020 y abril de este año, antes y después de la firma de la declaración conjunta, todos los acuerdos entre los dos países que involucran entes haitianos en su realización obligatoria, tampoco han sido puestos en marcha.
El director general de Migración, Enrique García, se reunió con su homólogo haitiano, Joseph Ciancialli, el 27 de octubre de 2020, y anunció el inicio de conversaciones para detener la migración indocumentada y regular el comercio.
Al menos 34 días después, Roberto Álvarez, ministro de Relaciones Exteriores, emitió una declaración conjunta con el entonces primer ministro de Haití, hoy de Relaciones Exteriores y de Cultos, Claude Joseph, para armonizar los puntos de vista o resolver las controversias en temas de gran trascendencia, como la migración, el comercio, los asuntos aduaneros, la seguridad fronteriza, el transporte y otros temas de interés común. Asimismo, el 21 de enero de este año, Orlando Jorge Mera, ministro de Medio Ambiente, se reunió con su homólogo haitiano Abner Septembre, con quién firmó varios acuerdos a favor de los recursos naturales de ambos países.
El 18 de abril, Nelson Arroyo, director del Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones (Indotel) y su par haitiano León Jean Marie Guillaume, director del Consejo Nacional de Telecomunicaciones de la República de Haití (Conatel), firmaron un memorando de entendimiento, para trabajar juntos y resolver los problemas de interferencias de radiofrecuencias encontrados a lo largo de la frontera.
Independientemente de la falta de interlocutores válidos de ambos países, que impulsen la agenda en común, desde la toma de posesión del presidente Luis Abinader, el mandatario dejó clara su intención de mantener una relación bilateral fructífera.
“Somos conscientes de que el éxito en esta relación depende de la presencia activa, consistente y perseverante de ambos estados. De ahí que debamos seguir fortaleciendo los instrumentos para una buena vecindad, fomentar el desarrollo integral de la frontera y diseñar una política de seguridad efectiva para ayudar al bienestar de las dos naciones”, dijo Abinader el 16 de agosto.
Este bienestar e intención de unas relaciones “de mutuo beneficio”, como dijo Abinader en su discurso de rendición de cuentas del pasado 27 de febrero, tuvieron un impase que se mantiene en la actualidad con la construcción de un canal de riego en el vecino país.
Desde mayo de este año se anunció que el Gobierno de Haití construía un canal de riego para suplir de agua a agricultores y personas en sus hogares, a través del río Masacre o Dajabón, afluente que comparten ambos países.
Luis Abinader y Jovenel Moise coincidieron en la toma de posesión del presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, celebrada el 24 pasado mayo, donde el presidente haitiano manifestó que se había reunido con el dominicano, y además de expresarle sus planes de reformar la Constitución, conversaron sobre la construcción del canal.
Esto fue negado por el canciller de la República, Roberto Álvarez, quien indicó que lo único manifestado por Abinader era que el tema estaba en manos de los cancilleres de ambos países.
“El presidente Abinader dialogó con su homólogo, el presidente Moise de Haití, en Ecuador, y en relación a la cuestión del río Dajabón, le manifestó solamente que ese tema está en manos de las cancillerías de ambos países”, respondió Álvarez al comentario publicado por Moise en su cuenta de Twitter. Sin embargo el propio Abinader intervino en el conflicto solicitando la paralización de la construcción y afirmando que República Dominicana tiene “muchas opciones” desde el punto de vista diplomático para hacer cumplir su solicitud.
“Ellos deben detener esos trabajos”, respondió Abinader en el marco de la presentación del Compromiso Nacional para el Pacto por el Agua (2021-2036), en el Palacio Nacional, el 14 de junio.
Iván Gatón, Juan González, experto en política internacional, y Joseph Harold Pierre, economista y politólogo haitiano, coinciden en que en referencia a este tema y los demás abordados entre ambos países para reforzar la relación binacional, República Dominicana ha tenido las mejores intenciones de resolver los diversos conflictos que han surgido y de impulsar una agenda binacional.
“La República Dominicana tiene la actitud pero de parte del lado haitiano debe existir un interés en mantener con el país una relación más diáfana, más transparente”, dice Iván Gatón.
Este interés de mantener una relación más diáfana, se evidenció con las distintas reuniones entre República Dominicana y Haití para llegar a un entendimiento y que se paralice la construcción del canal.
El país anunció a finales de mayo que se retiraba del diálogo hasta tanto la parte haitiana no anunciara que había paralizado la construcción. Este mes de agosto Roberto Álvarez informó que Haití había paralizado la construcción aunque no ha habido un acercamiento entre el primer ministro haitiano, Ariel Henry, ni con el canciller, Claude Joseph.
Imprevisto
La paralización vino justo después del magnicidio de Jovenel Moise.
El asesinato de Jovenel Moise ha profundizado un elemento que desde hace varios años se venía perdiendo en ese país, incluso estando en vida el presidente haitiano, y que ha agudizado los demás problemas que impiden que un país se desarrolle, como es la institucionalidad.
Para el politólogo haitiano, Joseph Harold Pierre, un nuevo presidente en ese país no resolvería el problema de las relaciones que se mantienen en el limbo entre República Dominicana y Haití. Sostiene que la llegada de un nuevo mandatario solo serviría para firmas de nuevos acuerdos con proyectos puntales, pero que la mejoría de las relaciones necesita de una visión distinta de la sociedad haitiana, que inicie con la salida de la pobreza del vecino país.
“El problema fundamental o la raíz del problema entre Haití y República Dominicana es la pobreza en Haití, si Haití se desarrolla las relaciones automáticamente cambian, sin una nueva visión de sociedad de Haití, las relaciones no van a cambiar estructuralmente”, dice Joseph.
Pero para esta salida de la pobreza, con la ayuda del cambio de mentalidad y resolver temas fundamentales que se agravaron con la muerte de Moise, es necesaria la intervención de la comunidad internacional, con programas a largo plazo, de 10 y 15 años, que de acuerdo a Pierre, actuarían en temas de seguridad, la investigación del asesinato de Jovenel, la celebración de las elecciones, la educación para crear líderes políticos en todas las regiones de Haití, que impulsen un cambio de mentalidad de la sociedad y de gobierno.
A pesar de que Joseph Pierre entiende que la comunidad internacional “le ha hecho mucho daño a Haití con la cólera, con la violación y embarazo a jóvenes por parte de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), esta nueva intervención tiene que ser distinta a las anteriores y adaptarse a la realidad haitiana.
Este llamado a la comunidad internacional se ha realizado en diferentes ocasiones, incluso antes del magnicidio del 7 de julio. En abril, el presidente Luis Abinader llamó a la comunidad internacional a tener mayor responsabilidad en la búsqueda de una solución a la inestabilidad que se vivía en ese momento en Haití y propuso la creación de un arbitraje internacional.
“En Haití hay una serie de temas que están llevando mucha inestabilidad política y social que están afectando la paz social, vemos manifestaciones semanalmente y creo que la comunidad internacional tiene que tener mayor responsabilidad sobre ese tema de Haití”, indicó.
Luego del asesinato de Jovenel Moise, Abinader volvió a solicitarle a la comunidad internacional asumir con una actitud más activa el tema haitiano ya que “si bien las consecuencia son mayor para la República Dominicana, también es consecuencia para toda la comunidad internacional”.
Esta consecuencia directa, de acuerdo a los expertos internacionales, afectaría la migración ilegal de haitianos hacia diferentes países y el narcotráfico que agudiza la creación de pandillas, entre otros aspectos.
“República Dominicana debe seguir predicando ante la comunidad internacional la necesidad de hacer consciencia sobre la gravedad de la situación en Haití”, dice Iván Gatón.
Cuatro días después del magnicidio de Moise, el presidente Abinader anunció que en tres meses iniciaría la construcción de una verja de 380 kilómetros de extensión en la frontera, que se sumarían a 23 kilómetros de verja existentes. En su discurso anoche a la nación, dijo que la obra se encuentra en el proceso final de licitación.
Los detalles de la edificación no serán conocidos porque las compras, contrataciones para el diseño, construcción, equipamiento, servicios, ejecución y adquisición de equipos en la fabricación de la verja perimetral en la frontera de República Dominicana con Haití, fueron declaradas de emergencia por el presidente Luis Abinader.