Luis en medio de la guerra
La Presidencia de Luis Abinader, quien ayer presentó su segunda memoria por ante las cámaras legislativas reunidas, no bien sale del Covic, se encuentra en medio de una guerra con efectos mundiales – que pronosticada por Joe Biden pocos creyeron – y que según Enmanuel Macron, durará mucho.
La invasión injustificada de Putin a Ucrania que recuerda la de Hitler a Austria, le será difícil ganarla, independiente de su capacidad militar para tomar Kiev por la fuerza y derrocar el Gobierno, de Volodimin Zelenski, como pretende: Rusia con un presupuesto miliar de US$ 62,200 millones – Ucrania 4,200 – dispone de 900,000 soldados, en contra de 196,600 que tiene Ucrania sin incluir reservistas ni policías – pero su amplia ventaja logística – convencional y atómica-, será difícil de aplicar, sin un genocidio, a una población que no le quiere y está dispuesta a inmolarse, en una guerra de guerrilla larga.
Si bien, como indicaba el Presidente norteamericano, Rusia tiene capacidad para tomar control militar, es poco probable que Putin, desairado en su pretensión de inclinar a Kiew durante 20 años, pueda controlarla políticamente y, mucho menos que gane la guerra económica y financiera, que, aunque de efectos más lentos, ya se inició.
La enorme Rusia, segunda potencia militar – con territorio inmenso-, tiene una economía del tamaño de España, porque de la inoperancia absoluta del comunismo, pasaron al desorden de final del siglo XX y a la dictadura de los 22 años del siglo XXI, condimentos contrarios a la economía de mercado y a la democracia; ahora, mientras sus soldados disparan a objetivos militares y civiles en Ucrania, la Unión Europea, Estados Unidos, Reino Unido y Japón, le desconectan del sistema bancario al sacar sus principales bancos del Swift que es como el wasap de los bancos: no pueden hacer ni recibir pagos, eso equivale a un embargo financiero adicional al congelamiento de sus activos líquidos en occidente. Podrían operar, limitadamente, sólo a través de China, pues operar un país tan grande a través de la criptomoneda, es aún una quimera riesgosa; ahora, la Unión Europea, además, amenaza con bloquear al Banco Central ruso. Tan duro es el golpe del aislamiento que Putin ha reaccionado como si se tratara de una amenaza atómica y este domingo la prensa recoge que ha “ordenado poner en alerta sus fuerzas nucleares”
En el fin de semana, a favor de los ucranianos, varios países de la Unión Europea, entre ellos Alemania e Italia, además de varias ex repúblicas URSS – con la barba en remojo – impusieron bloqueo aéreo a los vuelos rusos y, Javier Solana, alto comisionado de la Unión, informó la posibilidad de financiar con fondos – comunitarios- material bélico y humanitario, a los ucranianos; varias otras naciones, empezaron a donar equipos, entre ellos la República Checa, Países Bajos, España y Estados Unidos dispuso de USD$ 350 millones, entre otros: Nadie apoya a Putin, excepto, tímidamente, China.
Aunque no hay participación de personal militar occidental, hay pocas dudas de que el mundo ha reaccionado – y que, aunque ante una acción tan bárbara, no actuó preventivamente- le hará pagar carísima la invasión al último zar porque están entendiendo que es una amenaza para todos y, es mejor detenerlo en este punto geopolítico: Por ejemplo, los norteamericanos llevan décadas tratando y presionando para que Alemania aumente su inversión en defensa, Putin lo consiguió en un día. Este fin de semana Olaf Sholz, anunció la habilitación de la cláusula constitucional que le permite aumentar la inversión en defensa a un dos por ciento del presupuesto, unos US$ 100,000 millones, 1.4 veces el presupuesto ruso.
Una potencia militar que como la rusa depende de una economía enferma, puede repetir en una guerra económica el mismo error de la URSS, al competir con economías eficientes como las occidentales. La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas que competía en lo nuclear y en lo militar convencional, con una economía ineficaz en el financiamiento a la tecnología de la guerra futura y a sus países adláteres, sucumbió – sola sin un disparo – el 26 de diciembre de 1991.
No obstante, aunque el mundo aísle a Rusia, con la doblez que le imputa el Presidente de Francia – el humillado en sus intentos de negociar una salida diplomática -, al Presidente Putin, aunque haya presión externa y movilizaciones locales, aunque el costo de la guerra sea enorme para la población rusa, combinando el carácter del protagonista y la carencia de libertades propias de una democracia, él, no es previsible que de su brazo a torcer con un retiro de las tropas invasoras. Por eso – aunque se luche por ella – no parece que haya ninguna solución rápida en las reuniones propuestas este fin de semana y, por ello Europa y el mundo, estarán en guerra por un largo tiempo y sus efectos serán devastadores. Esta ya es la Tercera Guerra Mundial…esperemos que sea más breve que las dos anteriores.
En consecuencia, hizo bien el Presidente dominicano, al convocar a su Gabinete para analizar sus efectos, no sólo porque Ucrania y Rusia proveyeron 332 mil visitantes en el 2021, ni porque la primera sea segunda en carbón, en tierras arables, junto a Moldavia, sino por el efecto en los mercados, particularmente de combustibles y productos comestibles: Para un simple ejemplo, Ucrania y Rusia producen la mayor cantidad de trigo del mundo, cualquier pan en una mesa dominicana podría tener harina de ese cultivo, aumentada de precio por culpa de Putin.
Sin embargo, más allá de las medidas – correctas – informadas por el Presidente Abinader desde el Congreso Nacional, de ampliación de los programas sociales y, eventualmente para contrarrestar la inflación por efecto de los eventos internacionales, particularmente, por los combustibles – que con las reservas que tenemos no deben ser un problema de divisas – y los alimentos, le sugiero unir al liderazgo político en torno a ellas.
El Presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, tomó algunas medidas – incluso donó equipos a Ucrania – pero, lo principal fue, que habló con los cuatro que han sido presidentes del Gobierno en los últimos 43 años, del PSOE, Felipe González y Rodríguez Zapatero y del PP, José María Aznar y Mariano Rajoy; acá, haría bien un intercambio entre el Presidente Luis Abinader, con Hipólito Mejía, Leonel Fernández y Danilo Medida, pues el problema de no es del PRM, sino de todos.