Suicidio por bullying: ¿está República Dominicana preparada para dar respuesta a estos casos?

Lamentablemente, República Dominicana no está preparada para dar respuesta al suicidio por bullying. La psicóloga Rosangela López atribuye esta negativa a la crianza violenta que impera en los hogares dominicanos. “Como es de esperar, niños aprenden a relacionarse de esta manera en todos los ámbitos en los que se desenvuelven a lo largo de la vida”, dice.

El caso es que esta violencia se vuelve parte de la dinámica escolar, tanto entre los estudiantes, así como en la relación profesor-estudiante, donde también intervienen otros actores escolares de mayor autoridad (directores, coordinadores, profesores). Dicha dinámica se vuelve parte del día a día, en otras palabras, se visualiza como una dinámica normal, motivo por el cual difícilmente sea identificado como un problema grave que necesita ser erradicado y de atención inmediata. ¿Pero qué se puede hacer?, la respuesta es educar desde el hogar.

La dinámica de la cual habla López encuentra evidencia en los estudios realizados sobre el suicidio durante varios años. “Las estadísticas se mantienen muy estables para mal, con un importante incremento en el año 2020”, asegura. En este sentido hace alusión al Compendio de Estadísticas de Muertes Accidentales y Violentas, 2007-2020, publicado en agosto del 2021, el cual establece que durante este período se suicidó una media de 578 personas por año, de los cuales aproximadamente 61 personas por lo regular son jóvenes y niños menores de 20 años.

Esta última cifra representa aproximadamente el 11% de las personas muertas por suicidio. Solo en el 2020 se suicidaron 106 jóvenes y niños, de los cuales la gran mayoría fue hombres. Esto, sin tomar en cuenta las muertes por suicidio no declaradas que representan una media de 26 personas anuales, tantos menores de edad como mayores.

Un problema social

Definitivamente no se puede comparar la muerte de un hijo con otra pérdida como la de un padre, madre, hermano, o cualquier otro miembro de la familia. El proceso de duelo puede tornarse más complicado de lo que regularmente es y en el caso del suicidio los malestares psicológicos adquieren una connotación superior, ya que es un acontecimiento inesperado, según las consideraciones de la psicóloga clínica Rosangela López.

La especialista apunta a varios factores que contribuyen a que el duelo no sea sano, de los cuales cita dos: el primero es sobre las circunstancias de la muerte, en este caso un suicidio por bullying, y el segundo, la relación o vínculo establecido con la persona fallecida. Analizando el primer factor, la muerte puede considerarse traumática porque se trata de un suicidio, una circunstancia “muy traumática”, como cataloga la licenciada López.

Los familiares y allegados del suicida, especialmente, los padres, buscan respuestas y tienen la necesidad de entender el porqué de esta decisión. “Pareciera que esta necesidad de dominio se sacia atribuyéndole a la muerte una causa y un culpable”, dice López, quien asegura además que resulta bastante doloroso saber que la persona fallecida lidiaba con sentimientos de soledad y desesperanza, producto del bullying.

Lo cierto es que afloran en los familiares sentimientos encontrados de incredulidad y culpa, una especie de aturdimiento, donde se hace la pregunta del qué pudo haber hecho para evitar un desenlace tan fatal. “Esto produce mucha impotencia en el superviviente, ya que se generan tantas alternativas por hacer que ya, lamentablemente, no se tendrá la oportunidad de llevar a cabo. Aunque no siempre es así, bajo estas circunstancias aumenta el riesgo de padecer trastornos de ansiedad y depresión intensos y duraderos”, dice la psicóloga.

Referente al segundo factor, según la licenciada López, el tipo de relación o vínculo con la persona fallecida sobrepasa el parentesco filial padre-hijo, hermanos, etc. Si entre el sobreviviente y el fallecido hubo una relación agradable, es muy probable que esto actúe a favor en el proceso de duelo, pero si la relación estuvo marcada por discusiones, reproches, etc., entonces el luto podría complicarse.

¿Qué consecuencia hay para los que asedian?

Es importante que la persona que agrede sea psicoeducado sobre el bullying, y que esto vaya acompañado de una intervención terapéutica para abordar las habilidades socioemocionales, así como cualquier otra afectación que pudiera incidir como factor desencadenante. “No siempre es oportuno excluir del sistema educativo al agresor. La mayoría de las veces resulta más productivo brindarle oportunidades de mejora, dándole un contexto adecuado para que esto suceda. Un profesional de la psicología podría trabajar en colaboración con la familia, el agresor y la institución escolar para lograr esto”, dice Rosangela López.

López asegura que hay un factor que no se debe dejar pasar por alto, y es que además del agresor directo, las consecuencias tocan a todo aquel que de alguna manera tiene una participación dentro del contexto y la situación. Por ejemplo, otros estudiantes y la institución con todos sus autores de autoridad deben ser psicoeducados sobre este tema como medida preventiva, enseñándoles a actuar cuando son espectadores. Aquí también se incluye a la familia del agresor y esto contribuirá a que aprendan a apoyarse mutuamente, así como en el abordaje adecuado de la situación y los temas familiares que puedan actuar como desencadenantes.

López asegura que para erradicar esta problemática social es indispensable agotar todas las opciones posibles y viables. Este artículo utilizó como fuente de información material de la autoría de Rosangela López Cruz, psicóloga del Grupo Profesional Psicológicamente.

¿Y para los padres de los agresores?

Los familiares y allegados de la persona fallecida no son los únicos que viven un proceso de duelo que puede complicarse, pues también están los padres y familiares de los niños agresores. Es una carga pesada enterarse de la responsabilidad indirecta que tiene el agresor en el suicidio. Además, la licenciada López asegura que existen normas sociales, muchas veces implícitas, la cuales circunscriben quienes pueden y deben sobrellevar un duelo. La situación es que tanto los agresores, en caso de asimilar las consecuencias de sus actos, como sus padres, dentro de este contexto pueden ser vistos como “villanos”. En consecuencia, socialmente estos dolientes no son considerados en lo que imponen dichas normas.

Al no poder expresar abiertamente ante la sociedad su proceso de duelo se genera en ellos sentimientos de angustia, ansiedad, secretismo en el entorno familiar a raíz de la culpa, que no pueden ser canalizados, teniendo como consecuencia, un duelo patológico.

¿Qué deben hacer los padres para evitar cargar con un rencor que podría llevarlos más allá del dolor?

En este sentido la López recomienda vivir el duelo, no reprimir los sentimientos que se encuentran “a flor de piel”, como ella dice, pues las consecuencias pueden ser desfavorables. “El rencor será uno de estos sentimientos y, en vez de evitarlo, lo mejor sería aceptarlo como parte del duelo”, asegura. La aceptación de este proceso junto con el apoyo de familiares y allegados contribuye con el proceso de aprendizaje y sanación. No obstante, es una situación difícil por la sintomatología depresiva. Es importante buscar ayuda profesional a través de grupos de apoyo, terapia individual y/o familiar.

 

Deficiencia. En el país, hay una gran escasez de cobertura de los seguros a la salud mental y, por ende, los altos costos de dicho servicio, así como el difícil acceso a servicios de salud mental. Todo esto hace ver la salud mental en el país como un privilegio”, asegura.