El doctor Robert Reid Cabral y su nebulosa muerte de la que su esposa nunca habló
A muchos le suena el nombre de Robert Reid Cabral, y no es para menos, así se nombra al principal hospital infantil de la Capital, inaugurado en 1954 para dar asistencia a la población en edad infantil, y al que en sus inicios le llamaban La Angelita, en honor a la hija del dictador Rafael Leonidas Trujillo.
Nacido un 5 de mayo de 1929 en la ciudad de Santiago, y graduado de Medicina en la Universidad de Santo Domingo. Tras matricularse de Medicina, se trasladó a estudiar la especialidad de pediatría a la universidad de Washington y posteriormente al Baltimore City Hospital de Maryland, destacándose como uno de los mejores en su área, por lo que al culminar sus estudios allí fue invitado por esa universidad a quedarse en calidad de jefe del Departamento de Pediatría, a cuya invitación el doctor Reid respondió: “Es el mayor honor que haya podido recibir, pero aquí hay muchas personas que pueden escoger, en cambio, mi país me está necesitando”.
Fue entonces cuando arregló sus maletas en 1958 y regresó al país, y de inmediato fue nombrado en los hospitales Padre Billini y el que lleva su nombre, Robert Reid Cabral.
Aunque nació en el seno de una familia acomodada: su padre, William Reid, un banquero escocés y su madre Auristela Cabral Bermúdez, hija de José María Cabral y Báez y bisnieta de dos expresidente de la República, el doctor Robert Reid siempre se inclinó por el servicio social, lo que evidenció con la creación de «La casa de la Providencia», donde ofrecían atención gratuita a los más necesitados.
En el Baltimore City Hospital de Maryland conoció la que más tarde se convirtió en su esposa, la también destacada pediatra Ligia Fernández, de nacionalidad cubana, con quien contrajo matrimonio en 1949 y tuvo dos hijos, Armando, nacido en 1960 y Robbie, en 1961, luego de su muerte.
En pleno disfrute de lo que más amaba, su carrera, una desgracia se avecinaba, sin que quizás se diera cuenta.
El joven matrimonio tenía una sólida amistad con el doctor Marcelino Vélez Santana, en especial Robert Reid, por lo que no fue extraño que el primero tocara la puerta de los doctores Reid-Fernández la noche del 30 de mayo de 1961 en su vivienda de la calle Cervantes, esquina Santiago.
Para su sorpresa era para que les diera protección a Juan Tomás Díaz, Antonio de la Maza y Salvador Estrella Sadhalá, luego del ajusticiamiento de Trujillo, hecho en el que tuvieron participación directa y eran buscados insistentemente por miembros del Servicio de Inteligencia Miliar (SIM).
“Consciente del inminente peligro que le implicaba, tanto a él como a su familia, el doctor Robert Reid Cabral tomó la valiente decisión de acoger por voluntad propia a los tres valientes héroes. La idea original era que solo pasarían una noche allí en lo que se llevaba a cabo la segunda parte del plan para el derrocamiento de la tiranía. Al amanecer del 31 de mayo todos estaban sentenciados”, se recoge en un escrito que guarda el Museo Memorial de la Resistencia Dominicana sobre la vida y obra del joven doctor.
El destino de estos tres hombres estaría desde esa noche atado a la de la joven pareja que habría de caer en una desgracia irreparable. El 4 de junio entre las 7 y 8 de la noche para no comprometer más al doctor Read y a los suyos, salieron del escondite Juan Tomás Díaz y Antonio de la Maza, cayendo abatidos a pocos metros en un enfrentamiento a tiros en la avenida Bolívar por agentes de la tiranía.
De acuerdo a informaciones que recoge el Museo Memorial en sus archivos, posterior al hecho se dio a conocer que Salvador Estrella Sadhalá, quien había salido de la casa del doctor Reid Cabral junto al doctor Marcelino Vélez Santana, al mismo tiempo que los dos conjurados anteriores, pero en dirección opuesta, se entregó a la policía en el destacamento ubicado en la misma avenida Bolívar.
Esa misma noche, los agentes del SIM allanaron la casa del doctor Reid Cabral, donde fue arrestado llevado a la temida cárcel La 40, donde el joven galeno fue sometido a intensos interrogatorios y sentenciado, siendo despachado horas después a su casa, pero ya con su destino marcado.
Los datos recogen que en testimonio posteriores ofrecido por uno de los agentes presentes en dicho interrogatorio, allí se le había indicado al doctor claramente al interrogarlo qué tenía que hacer, ya que de lo contrario su esposa embarazada y su hijo mayor correrían la peor de las suertes. “Estaba claro que su única opción era terminar con su propia vida, y para esto le dieron como plazo hasta la madrugada del día siguiente”.
Los datos en torno a las circunstancias que rodearon la vida del doctor Reid Cabral las horas posteriores al ajusticiamiento de Trujillo indican que el SIM filtró a la prensa la teoría de que Robbin, como también le llamaban, había sido encañonado por los tiranicidas para entrar por las fuerzas a su casa. Con esta versión los Trujillo se desentenderían de la muerte del pediatra.
Lo que ocurrió el día 6 de junio
Serían las 6:00 de la mañana del martes 6 de junio cuando se dejaron escuchar los miembros del SIM, rodeando con sus carros “cepillos” la casa del doctor Reid, lo inevitable había llegado y la encomienda a la que fue sentenciado en los interrogatorios se avecinaba. Fue entonces cuando el médico decidió entrar al cuarto de baño de su casa, donde minutos después fue encontrado casi sin vida por un hermano suyo luego que se cortara las venas y se inyectara una sustancia.
De inmediato fue llevado a la clínica Gómez Patiño, donde todos los allí de turno pusieron la atención para salvarle la vida y las filas, llenando el lugar de familiares y amigos, con el objetivo de donar sangre y poder salvarle la vida al destacado galeno, lo que fue en vano, ya que a las 5 de la tarde de ese día, después de 9 horas de inútiles esfuerzos, el doctor Robert Reid Cabral falleció a la edad de 32 años.
Pero si de algo están consciente sus familiares, y así lo hicieron constar ese día 5 de mayo de 2016, cuando el doctor cumpliría 87 años de ida, es que el mayor homenaje hacia su vida fue precisamente la ayuda y la solidaridad que recibió de parte de personas que a pesar de exponerse en la vulnerable situación de tratar de revivir a quien diera albergue y hospedaje a los que ajusticiaron al tirano, lo hicieron con desprendimiento, cariño y admiración.
La familia aún guardaba el telegrama original del pésame enviado por María Martínez, para ese momento viuda Trujillo, a la señora Aura Estela Cabral Bermúdez, madre del doctor Robert Read, donde le ofrece sus condolencias por la desaparición física del doctor, se hizo constar en un homenaje ofrecido al galeno en 2016 en el Museo Memorial de la Resistencia, donde participaron sus familiares, entre ellos su hijo Armando, quien narró que su padre era muy artístico y solía pinar muchos dibujos en acuarela.
El silencio
“Para mi mamá fue muy duro, porque ella era extranjera, no tenía a nadie aquí cuando esto pasa, o sea, los hermanos de mi papá pasaron a ser los hermanos de ella, pero en realidad familia de sangre no tuvo a nadie, para ella fue un sufrimiento discutiendo si se quedaba aquí o se iba a Cuba otra vez, pero cuando estaba pensando eso era cuando estaba sucediendo lo de Fidel allá, pero prácticamente hablar de esto para ella ha sido…, pero ella no ha dado una señal ni de odio, ni de nada, ha sido una cosa hermética, y sin acuerdo…, verla llorando muchas veces, pero nunca habló de eso”, dijo Armando ese día sobre la postura de su madre ante la ida de su esposo y las causas que rodearon el hecho.
“Esa Última Semana”
Sin embargo, la hermana del doctor, Anne Reid Cabral, decidió recoger parte del episodio que rodearon esos días anteriores a la partida de su pariente y plasmarlo en el libro “Esa Última Semana”, donde recoge aspectos testimoniales y detalles de los últimos días de vida de Juan Tomás Díaz, Antonio de la Maza y Salvador Estrella Sadhalá.
En la obra también se recopilan los pasajes más importante de la vida y muerte del médico durante sus días finales, donde la autora narra los hechos ocurridos dentro de su familia entre 1960 y 1961 y poniendo en evidencia cómo los primos Juan Bautista Vicini Cabral y William Read Cabral hacen un esfuerzo para gestionar apoyo político de Estados Unidos con la finalidad de ayudar al derrocamiento del tirano, no siendo así el caso del doctor Reid Cabral, quien a pesar de tener fuertes convicciones en contra del régimen, su vida estaba dedicada casi de manera exclusiva a sus prácticas médicas pediátricas, muy especialmente al cuidado de sus “pacienticos”, como él mismo le llamaba.