Leonel Fernández no discute reforma fiscal en elecciones

—¿Tres periodos presidenciales no son suficientes?

La primera pregunta era obligada. Leonel Fernández está en campaña y de su discurso siempre didáctico queda mucho, pero se le escapan matices de político metido en pelea. Leonel quiere ganar una cuarta presidencia y sus motivos son muy personales:

— Bueno, cuando salí en 2012, yo había descartado la posibilidad de volver a la política electoral, tenía otros planes. Pero luego se desató una campaña feroz en mi contra que no entendí. En ese tiempo vi que la democracia fue puesta en riesgo y, por ello, salí a mi deber cívico de defender la democracia. Cuando uno tiene la responsabilidad del liderazgo y la gente aspira a que uno lo siga representando… la representación política en democracia es ejercer la función. Pero, en términos personales, pensé que mi carrera política había terminado.

—¿Y cuándo decidió que no?

Sobre la marcha. Digamos que el involucramiento fue en defensa del legado y luego vi que el tema no era yo personalmente, sino un obstáculo para otros propósitos, lo que me llevó a intervenir más, pero no por candidaturas. Mi carrera política fue asumir cargos a regañadientes porque, en mi caso particular, nunca quise ser indiferente a las cosas que sucedían en mi país. 

—Deme una respuesta realista… ¿Cree que puede haber una segunda vuelta?

 Al día de hoy, habría segunda vuelta pero aspiramos a irnos en primera vuelta.

—Bueno… ese es un escenario difícil de imaginar.

No creo. Mire qué pasa, nuestro objetivo estratégico es reconquistar nuestra base de apoyo histórica que es el PLD. Con la fragmentación quedó dispersa la mayor parte de aquel lado. Al día de hoy, tenemos 1,400,000 personas afiliadas. Para febrero queremos que sean 1,500,000. Para mayo del 2024 pretendemos llegar a 2,000,000. De 7,000,000 de votantes vota el 70% más o menos: 5.5 millones. En cualquier encuesta no debe ser menos de un 40% de intención de voto y 40% es la cifra mágica para las elecciones. Así como en el PLD la cifra mágica en un momento fue el 30%, en el año 96.

 Cuando yo salí electo candidato en el 95 había descendido a un 10% de intención de voto y nadie pensó que íbamos a ganar y con el trabajo arduo, nos dio un 30% en una encuesta publicada y ahí cambia el panorama. Cuando vimos el 30% entendimos que podía ser, de ahí pasamos a segunda vuelta y ahí pasó el milagro. 

—¿Cuál fue el milagro? 

La inclinación del balaguerismo. Íbamos a los pueblos y en casas donde se identificaban como balagueristas, nos decían que votarían por nosotros. En la segunda vuelta fue algo que se pacta y esto nos llevó al poder.

—Pero ahora enfrente tiene a un PRM en el poder.

Muchos de ahí se están pasando a la Fuerza del Pueblo, de todas partes, y hemos juramentado dirigentes claves de ese partido. Parece que los conflictos internos tienen a las personas incómodas. 

—¿Qué piden para pasarse?

Normalmente es al revés, que de un partido de oposición quieren ir al poder. Pero ahora lo que piden es  ser parte del proyecto, no piden cargos ni nada pero dicen que se sienten excluidos y maltratados.

Los ex compañeros

—¿Hay alguna posibilidad de reconciliación con Danilo Medina?

Yo no albergo resentimiento ni odio a nadie. Eso no cabe en mi corazón. Yo soy un actor político y estamos en eso. Todo lo que pueda ser de utilidad para reforzar la democracia en el país, siempre estará como una posibilidad. No está en mi agenda en estos momentos, nuestra alianza es con el pueblo dominicano

—¿Ve factible una alianza con  Abel Martínez?

En esta etapa no pensamos eso porque queremos consolidarnos como fuerza. 

—El PLD salió del poder con escándalos de corrupción. ¿Defiende que en su etapa no pasó nada?

Mire, en todo gobierno siempre habrá una persona que incurra en actos lesivos a intereses del gobierno. Eso siempre ha pasado y seguirá ocurriendo. Ahora, el tema de algunos corruptos es que se produzca un fenómeno de híper mega corrupción. Cuando esto se genera en los partidos, la desconfianza del pueblo hacia los partidos aumenta. Nosotros creamos toda la base legal para una política transparente, con rendición de cuentas y todo. Siempre hubo una voluntad de establecer correctivos en este ámbito.

—¿Qué reforma estructural nunca pudo hacer?

Yo creo que la reforma más importante y pendiente de este país es la fiscal. En el caso nuestro hubo dos, cuando entramos en 2004, quizá no tan profunda. Porque el problema con esto es que se da una dicotomía, por un lado el Estado no dispone de los recursos suficientes para dar respuesta a todas las situaciones que debe atender pero, al mismo tiempo, las empresas que aportan hoy están muy afectadas por el tema del impuesto sobre la renta, el tema de la TSS, los costos laborales que son altos. Una reforma que implique mayor pago por parte de las empresas les va a restar competitividad. Luego un tema de la estructura económica dominicana, donde recibimos inversiones extranjeras pero dentro de un esquema de no pago de impuesto sobre la renta. La estructura excluye a determinados sectores y, por eso, tenemos el problema del 13% de recaudación con respecto al PIB.

 La otra parte sería cómo incorporar el 60% del sector informal. Ese sector debe ser trabajado e integrado, creando incentivos. Habría que buscar un sistema de fiscalidad diferenciada durante un tiempo. Habría que ser muy creativo e imaginativo.

 —¿Incluirá una reforma fiscal en su programa?

Siendo franco, en elecciones no se discute una reforma fiscal. Eso se hace cuando se ve la necesidad de hacerlo. Pero, obviamente, eso no es una oferta electoral.

—¿Qué opina de la Alianza para la Defensa de la Democracia?

Lo que no entiendo es por qué seguimos fragmentando la integración regional si tenemos el Sistema de la Integración de Centroamérica al que pertenecemos. Por qué de repente una alianza de la democracia de tres países que ya pertenecen al SICA. Yo creo en la integración  latinoamericana pero con un tratado constitutivo que vaya más allá de ideologías. Creo que la mejor manera es transferir al CELAC ( Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) la estructura organizativa que tiene o tenía UNASUR. 

Si, por ejemplo, China quiere reunirse con Latinoamérica, ¿quién es el interlocutor? Nadie. Debe ser la CELAC. Hoy en día ese interlocutor necesita una práctica y por eso Latinoamérica se ha vuelto irrelevante. Ya lo vivimos: frente a temas globales,  no hay soluciones nacionales.

—¿De qué se siente orgulloso de sus presidencias?

 Yo nunca caigo en la complacencia, pero lo diría en dos palabras: democracia y desarrollo.

—¿De qué se arrepiente?

De haber sido muy respetuoso y considerado con personas que no se lo merecían.

—¿En qué momento de su vida se encuentra? ¿Es usted feliz?

Nunca me lo planteo porque nunca pienso en mí mismo. Tengo muchas cosas que me interesan y preocupan como para preguntarme si soy feliz. Vivo la vida, haciendo cosas y proyectos. En eso estoy feliz porque es lo que me gusta.

 

Sobre la crisis con Haití

—¿Qué opina sobre el manejo del presidente Abinader de la crisis haitiana ? 

No me tocó un tema de esa magnitud porque coincidí con el presidente René Préval y tuvimos buena relación. Además, fue el último reducto de estabilidad política y democracia en Haití. Su temperamento ayudaba y no se involucraba con vínculos mafiosos ni nada por el estilo. Él garantizó una estabilidad y una relación excelente conmigo. Diplomacia telefónica recurrente, se creó la Comisión mixta bilateral, se reunía con periodicidad. Ahora hay una situación de inestabilidad política crónica, fruto de un colapso en Haití. Veo que  con la salida de la Minustah hay un vacío de poder. Por tanto, vemos que volver al orden implicaría fuerzas externas que puedan restablecer ese orden de ley y, eventualmente, un tiempo de paz y estabilidad.

El presidente Abinader está haciendo lo que le corresponde en una situación de colapso total del país vecino, y en la que se intenta que República Dominicana no deporte a los que lleguen ilegalmente. Entiendo que él hace lo que puede hacer. Cuenta  con el respaldo del pueblo;si algo ha generado consenso unánime en este país, es que no nos pueden obligar a recibir a refugiados.