El Anfiteatro Nuryn Sanlley, un escenario indispensable muerto
Es como si la querida maestra Nuryn Sanlley hubiese fallecido dos veces
El 29 de enero del 2015, hace nueve años, fue inaugurado por el entonces alcalde de la capital dominicana, Roberto Salcedo, el anfiteatro con el nombre de la gran artista que fue maestra de nuevas generaciones.
La obra realizada a un costo total de 20 millones de pesos de la época -que hoy sería de no menos de 150 millones-, su paralización por parte de los vecinos, es un despropósito. Esto limita a la capital de un aforo que es mayor que el del Teatro Nacional Eduardo Brito, que solamente cuenta con capacidad para 1,200 personas.
La reelecta alcalde de Santo Domingo, Carolina Mejía, debería tomar cartas en el asunto.
Desde que se inauguró el anfiteatro hasta ahora no se ha recaudado seguramente ni el 10% de su costo.
Se hace necesario para poder aplacar en buena medida el sonido hacia el exterior, dotar al anfiteatro de una concha acústica, como el de Puerto Plata.
El 22 de agosto del 2016, un reportaje del colega Jorge Ramos en el periódico Hoy, recogía la opinión de varias personalidades de la industria, entre ellas del empresario Amable Valenzuela, quien aseguraba: “Cerrarlo sería cerrar un espacio al público que no puede pagar para ver un show en el Teatro Nacional, el hotel Jaragua, o que no tiene la posibilidad de trasladarse a Punta Cana, La Romana y otros escenarios”.
Pues se cerró.
De entonces acá ha llovido tantas veces que quienes se opusieron a su uso -es decir los vecinos junto a algunas bocinas bien alimentadas que hicieron alharaca desde algunos medios-, deben haberse olvidado de que eso existe.
El Anfiteatro Nuryn Sanlley debe revivir
Un estudio realizado por Medio Ambiente en agosto del 2015, seis meses después de su inauguración, daba cuenta de que las actividades artísticas populares realizadas en el anfiteatro no afectaban al Hospital de la Mujer y a Hospiten por los niveles de ruidos generados durante las presentaciones.
El peritaje oficial realizado por los especialistas Patricio Cuevas y Ronald Keid Castillo, junto a la entonces Procuradora de Medio Ambiente Francia Calderón Collado, determinó que los niveles de ruidos que llegaban al Hospital de la Mujer son entre 53 y 54 decibeles en sus momentos de mayor afectación, mientras que en el interior de Hospiten es de cero.
Los niveles permitidos por las normas ambientales son de 60 decibeles durante el día y 55 en horas de la noche.
Así mismo el estudio recomendó a los gestores del Anfiteatro Nuryn Sanlley tomar medidas técnicas y ambientales para disminuir los niveles de ruido que llegan a los apartamentos de las torres Conservatorio y la IWA cuando estos tienen los ventanales abiertos en los momentos en que se presentan eventos musicales.
Ambos edificios recibían un impacto entre los 70 y 68 decibeles una y entre 73 y 67 decibeles la otra en los momentos de mayor afectación.
La realidad en el mundo de la cultura
Desde 2015 hasta la fecha no se han inaugurado nuevos aforos en el país para la realización de eventos culturales.
La población ha crecido, el ruido ha crecido, los precios de los alimentos han crecido, la carestía de la vida ha crecido. Todo ha crecido. Menos los espacios para la cultura.
Detalles del teatro
Ubicado en la parte frontal del parque, el Anfiteatro Nuryn Sanlley tiene un área de 1, 200 metros cuadrados. Consta de cinco camerinos, incluido uno VIP, un salón de maquillaje, baños, un almacén, un pre escenario y un modelo de rampas para el acceso de alguna unidad móvil directamente hacia el área de camerino. Todas las áreas están debidamente climatizadas.
Los trabajos de construcción de la obra comenzaron a inicios de 2014.
Cuenta con un sistema de soterrado para luces y para su sonido; y facilidades para las personas con problemas de discapacidad
Aforos capitaleños
Estadio Olímpico: 50,000 personas
Palacio de los Deportes: 8,000
Anfiteatro Nuryn Sanlley: 2,000
Teatro Nacional: 1,507
Teatro La Fiesta (Hotel Jaragua): 1,200
Bellas Artes: 800
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