El humor, una excusa para hablar del rol doméstico de los hombres en pandemia

Por: Susana Madera

El humor, esa válvula de escape que aligera hasta las más densas situaciones, es el eje transversal de la obra ecuatoriana “Las Marujas, entre taitas, mamas y tereques”, que entre risa y risa plantea reflexiones sobre ese nuevo rol doméstico en el que hombre y mujer comparten responsabilidades.

Y es que la pandemia obligó a un confinamiento que desveló con mayor fuerza las desigualdades en el hogar, con mayor peso sobre hombros femeninos y, en algunos casos, forzó a una redistribución de tareas en una sociedad que no logra sacudirse el machismo.

“En estos nuevos tiempos ya también le toca al taita (papá, en quichua) apoyar en toda la parte de crianza desde la tierna infancia”, así como en los quehaceres domésticos, comentó a Efe Juana Guarderas, la actriz que encarna a Abrilia, una de las Marujas (mujeres de avanzada edad) protagonistas de la obra.

Una realidad que la vivió en carne propia pues, en medio de la pandemia, su familia también se vio obligada a redistribuir tareas y en el ir y venir, su hijo no solo aprendió a cocinar sino que ahora es el encargado de la lavandería.

Entretejidas a través de lo cotidiano y del humor, las reflexiones sobre el machismo cruzan la obra, que también sobrevuela sobre la necesidad de frenar la violencia machista en casa y desbarata la idealización de la maternidad.

“Las madres son diosas con santas diademas”, canta Guarderas en una de las escenas antes de ser interrumpida por la Maruja Cleta -interpretada por Elena Torres- quien cree que elevar a las féminas a esas alturas provoca “agotamiento” y “trabajo extra” para ellas.

Espectáculo lúdico e informal con varios escenas clásicas del género de cabaret cómico, la obra inicia cuando Cleta y Abrilia son invitadas a asistir a una fiesta para celebrar a las madres y los padres en su día, un pretexto para hablar sobre roles y desigualdades.

HUMOR, UNA VÁLVULA DE ESCAPE

Una banca de madera, un biombo, un pequeño taburete y un maniquí son algunos de los elementos que conforman el sencillo escenario desde el que Guarderas y Torres emiten la señal, que llegará el domingo al público a través del internet, pues mantienen las presentaciones virtuales en directo debido a la covid-19.

Para Guarderas, la pandemia demostró que la salud mental requirió de arte, que la gente “esté acompañada de un buen libro, de una buena pieza de música, de teatro” para sostener las emociones.

“El humor es una válvula de escape”, aseguró a Efe al anotar que este permite humanizar a los ciudadanos, “ponerles de tú a tú frente al otro” porque “rompe ejercicios jerárquicos en el que hay clasismos, divisiones”.

Por ello, sostiene que el “humor iguala” en un “ejercicio importante de inteligencia de quien emite y quien recibe”.

Y también desde el humor critican los prejuicios en sociedades que aún ven de reojo la homosexualidad, que aceptan como normal la violencia machista o que repiten estereotipos.

“¿Sabes qué le va a dar mi sobrina al marido por el día del padre?… un set de limpieza, para que él limpie el horno que le regaló a ella por el día de la madre”, dice Abrilia a Cleta en un diálogo crítico sobre los estereotipos y el negocio en torno a las celebraciones a padres y madres.

NUEVAS MIRADAS

Al igual que el escenario, la vestimenta de las Marujas es sencilla: abrigos, pijamas, corbatas y sombreros les son suficientes durante una hora para combinar escenas, introducir diálogos y llevar a las tablas el contraste entre el cansancio que a muchas madres les supone la crianza de los hijos, frente a la nostalgia de quienes no han tenido descendencia.

Poemas, canciones, risas, críticas e improvisación caracterizan a la obra que nace en el Patio de Comedias, de Quito, y que vuelve a subir al escenario a las “Marujas”, personajes que nacieron en 1990, y que han participado en diferentes obras, envueltas en el humor.

Ni drama, ni psicodrama ni sociodrama, “Las Marujas entre taitas, mamas y tereques” es una obra de humor negro y crítico que ha tomado como pretexto el confinamiento por la covid para invitar a ver los roles masculinos y femeninos de otra manera y desde otras miradas.

“Para los niños tiene que haber sido, seguramente una sorpresa, el saber que el papá también puede y debe ejercer otros roles”, comentó Guarderas con la esperanza de que la actual situación ayude a los varones a la construcción de sus nuevas masculinidades y a las mujeres, a saber que las tareas deben ser compartidas.

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