Enfoque: El caso de Balaguer
La historia tendrá que hacerle al doctor Balaguer el reconocimiento de ser uno de los pocos gobernantes del mundo que, saliendo de las entrañas de un régimen tiránico, evolucionó a un gobierno democrático. Me explico.
Comenzar como demócrata y hacerse dictador es más fácil que iniciarse dictador y trocarse demócrata; pero, todavía es más frecuente, investirse demócrata y terminar demagogo; o, sustentarse en la soberanía dictatorial para concluir de tirano.
En la inevitable mutación de la esencia de las formas de gobierno es también frecuente cierta degradación de la aristocracia hacia la oligarquía; pero, difícil de la misma oligarquía a la democracia, ello así, por el innegociable desprecio de las élites por las mayorías.
Por todo esto, juzgo vital para el enjuiciamiento de la política dominicana contemporánea, investigar a Balaguer como gladiador y competidor político, a fin de entender un poco este período nuestro. Veamos.
El Balaguermóvil: era en sí mismo el argumento de una finalidad: Balaguer omnipresente. Visible dentro de un paralelepípedo de cristal. Un ejemplar de hombre político ofertado en una vitrina itinerante que se desplazaba con sentido de procesión y ánimo de victoria. Oferta política paternal y añosa que se resistía a retirarse; acogida por una parte del país que deseaba que fuera eterno.
El Mirador del Sur: espacio verde con sobrevista al mar que preservó la política urbana del gobierno. Fue su pista de entrenamiento, su lugar preferido para desmentir con el hecho vital de que estaba caminando, el infundio preferido de sus adversarios y del propio morbo público, es decir, la especie de que estaba gravemente enfermo, o en algunos momentos, el embuste de que murió. Sitio para sus reflexiones –con influjo de humor vegetal y ráfagas marinas—mientras se ejercitó este peregrino hasta pasados los 90 años.
La Constitución de 1966: es el marco legal con que él mismo desplegó el ámbito formal en que le correspondió desempeñarse en la Primera Magistratura. Pieza de Derecho Político muy combatida con el agravio argumental de que permitía un presidencialismo dictatorial que se impone en la realpolitik a los demás entes públicos. Este flux constitucional vistió nuestra democracia, incluso durante el lapso 1978-1986. En pocas palabras, esta Carta Sustantiva, es el sustrato legal de la que podría ser denominada: Era de Balaguer. En el desenlace final de su mandato, fue reformada en 1994, a raíz de los acontecimientos poselectorales de ese año, con la no-reelección, el Consejo Nacional de la Magistratura, la doble nacionalidad, el sistema de doble vuelta y los colegios electorales cerrados.
La Máximo Gómez 25: fue en esa época la mansión equivalente al 10 de Downing Street, de los ingleses. Llamada por el vulgo como “La Casa”, con su propia expresión política, sus rumores y activismo. Custodiada por militares, militantes del PRSC y dos perros collie sencillamente preciosos –uno manso, otro bravo—que respondían al sobrenombre de “los doctores”. Esta residencia, visitada en una ocasión por Fidel Castro, fue determinante en la política dominicana de esos años y sirvió para el ejercicio de grandes obras de filantropía, con el reparto de canastas navideñas, así como de juguetes a los niños pobres el Día de Reyes. En vida del Doctor fue donada por éste a la Liga Dominicana Contra el Cáncer.
Salto al vacío: peligro imaginario, pero bastante eficaz para asustar a los hombres de negocios. Miedo capaz de unificar a la sociedad dominicana, para que se resignara con un viejo conocido, y no experimentara lo novedoso de otras opciones. Es ese friíto en el estómago (vértigo) que sienten los dominicanos la noche electoral mientras esperan los primeros resultados.
Varilla y cemento: política económica no escrita que se fue imponiendo a fuerza de inauguraciones semanales de obras de infraestructura. Presas, escuelas, caminos vecinales… puentes. Asumida eficazmente como la única manera –al decir de Peter F. Drucker—para que una economía pueda salir adelante después de una guerra. Método que le fue útil, además, para hacerse imprescindible de una manera mecánica (como si fuese aspirado por la fuerza de una bomba neumática) y legitimar sus afanes como candidato a postularse de nuevo, ya que, encontraba las razones de volver… en la necesidad de terminar la obra comenzada.
Codificador: Napoleón Bonaparte o el Ogro como fue llamado por sus adversarios, consiguió con los Códigos Napoleónicos, tanta o más nombradía, que con la espada en Marengo. Balaguer propició, en su última etapa (1986-1996), un ambiente concertador que destiló un nuevo Código de Trabajo, una compilación Tributaria; otro, Arancelario. Un Código del Menor, así como una nueva Ley de Inversión Extranjera. Aparte de que sometió al Congreso el anteproyecto del Código Monetario y Financiero.
El gallo colorado: animal de fuego que corta en el aire cuando extiende el abanico mortal de sus alas. Es el pollo indio de nuestros galleros; símbolo de la contienda que es la política. Las espuelas que son las armas, aluden a la seriedad del combate. Gallo de pelea formado al rigor del ayuno de la traba, en la disciplina del traqueo de la valla. El color representa la vistosidad de la vida, de la sangre; del lance y la pasión con que se libran las batallas de este mundo.
Muñecas y bicicletas: asistencia social para niños que nunca olvidan. Niñas que arrullando se desvían de la prostitución y se entrenan para ser madres. Niños que en el pedaleo se levantan por encima de la miseria, y al desplazarse trascienden su realidad paupérrima, para sobre las alas del esfuerzo soñar con un futuro mejor.
A paso de vencedores: es la arenga que consolida la carga final de las tropas en medio del humo del combate y la gritería. Una proclamación que disipa el miedo y compromete, consolidando un esfuerzo del ritmo en trancos que en el desenlace del choque relampagueante de los ejércitos conduce a la victoria.
Vuelve y vuelve: eslogan mercadológico que resume toda una campaña. Aparece hoy como un valor cultural alusivo a lo siempre repetitivo porque es inexorable, indetenible; por demás, supuestamente, necesario y conveniente. Relacionado con la inmortalidad de los grandes amores que siempre vuelven, curiosamente, por donde mismo comenzaron, como si fuera una comezón que no se disipa, porque vuelve y vuelve, es el discurso para ser reelecto, la estrategia de permanecer dominando el ejercicio de la Presidencia en una Democracia que permite la reelección.
La Presidencia de la República: posición señera con que remató un largo ejercicio como servidor público. Abogado del Estado en 1930. A seguidas diversos nombramientos diplomáticos, durante las décadas del 30 y 40 del siglo pasado, así como, el encargo de la Secretaría de Estado de Relaciones Exteriores, en varias oportunidades, y otros ministerios importantes en la década de los 50. La Vicepresidencia de la República, es el escalón que le permite una vez electo y por la renuncia del Presidente de entonces, ocupar el solio presidencial por primera vez y posteriormente hacer de liquidador del Partido Dominicano en los acontecimientos que siguieron a la decapitación de la tiranía trujillista.
La Revolución de Abril (1965) posibilita su regreso para ser electo en 1966, comenzando tres ejercicios sucesivos; período de la posguerra, conocido como “Los Doce Años”. Después de los gobiernos del PRD, vuelve en 1986 y vuelve en 1990. En 1994, vio recortado su mandato hasta el 1996, a consecuencia del “Pacto por la Democracia”. Apoyó –de forma determinante—en la segunda vuelta a Leonel Fernández en 1996 y a Hipólito Mejía en el 2000.
Si bien alcanzó a ver la llegada del siglo XXI, falleció de muerte natural a la edad de 96 años (2002).
En sus últimos tiempos, concitó sobre sí mismo un aire de leyenda. Siendo distinguido, visitado y consultado por sus propios adversarios. Reconocido, finalmente, como una de las grandes figuras de la política dominicana.