Incontrolable: El cruce de ilegales haitianos burla cordón militar fronterizo

Pese a que el presidente Luis Abinader anunció hace po­co en Pedernales el refor­zamiento militar de la línea fronteriza, para encarar el enorme flujo de ilegales hai­tianos y las actividades ilíci­tas generales, el desborde de indocumentados sigue cre­ciendo en la zona, percibién­dose síntomas de preocupa­ción aquí y se extienden por la Línea Noroeste y el Cibao.

Durante su campaña elec­toral, Abinader dijo, duran­te un acto en Guayubín, de Montecristi , que “no se pue­de aceptar más la presencia de inmigración ilegal en el país” y que aplicaría rigurosa­mente la Ley de Migración .

En adición a esto, el direc­tor general de Migración, En­rique García, anunció el 16 de este mes que ese ente empe­zaría, “en los próximos días” la deportación de ilegales hai­tianos, aunque todo sigue en espera.

A poco más de una se­mana de esto, aún no se ha anunciado ni visto mo­vimiento alguno de reda­das, mientras cada día hay más presencia de haitianos en calles de ciudades y lo­calidades rurales, deambu­lando, pidiendo limosnas o parapetados en aceras ven­diendos chucherías. García dijo que desde hace más de seis meses, cuando inició la pandemia del Covid19, Mi­gración no ha deportado a ciudadanos haitianos.

Ingreso sin control

Esta comunidad fronteriza sigue siendo una de las más vulnerables a lo largo del cor­dón fronterizo para el tráfico de indocumentados, corte de árboles para quema del car­bón vegetal, entrada continua y fuera de control a través de trechos y montañas.

Lo que día a día viven los pocos soldados del Cuerpo Especializado en Seguridad Fronteriza Terrestre (Ces­front) y del Ejército, salva­guardas de la soberanía y la seguridad, desde Pedernales hasta Jimaní, es inquietante. Con una responsabilidad tan compleja, el número de solda­dos allí no es suficiente, igual que los medios para ejecutar la logística.

Falta más vigilancia

Según datos obtenidos aquí, la vigilancia para esta zona descansa en el servicio de 80 soldados del Cesfront y más de 50 del Ejército, en un espa­cio de frontera donde el tráfi­co de indocumentados ya es incontrolable y la vigilancia es fácil de burlar.

Un recorrido por la división fronteriza con Haití se obser­vó poca vigilancia de solda­dos, una verja perimetral des­truida y arrastrada, junto a la pirámide 311, por el desborde del río Pedernales, que divide a ambos lados, al paso de la tormenta tropical Laura.

Este río derribó árboles y arrastró piedras, dejando a los soldados del Cesfront sirvien­do bajo muchas calamidades, principalmente aquellos que vigilan espacios de cinco kiló­metros de frontera.

Tratando de cumplir con su rol de soldados que vigilan la frontera, en los últimos días el superior del Cuerpo Especia­lizado en Seguridad Fronteri­za Terrestre se vio obligado a abrir carriles, usando sus pro­pios recursos, para poder pe­netrar hacia lugares llenos de escombros y árboles derriba­dos por la tormenta.

Pese al tráfico de haitia­nos que cruzan sin dificultad hacia este lado para estable­cerse aquí o seguir sus viajes hacia otros pueblos de la re­gión o a las grandes ciuda­des, como la capital, una ac­tividad bastante dañina aquí es la tumba de árboles para la quema de carbón.

 MIGRACIÓN

La promesa.

Enrique García: “Va­mos a comenzar ya con esas deportaciones, dentro del marco de la racionalidad, con las intervenciones corres­pondientes para enviar al hermano país a todos aquellos que están aquí en condiciones migra­torias irregular” .

Durante su campaña electoral, Luis Abina­der dijo que el control migratorio del país tie­ne que ser ejercido por las autoridades domi­nicanas.