La tradición de decorar un árbol en la época navideña en Los Estados Unidos
La tradición de decorar un árbol en la época navideña realmente proviene de una costumbre pagana. Los babilonios ya cortaban un árbol y lo adornaban para posteriormente dejar regalos bajo él. Un tiempo después, los romanos comenzaron a celebrar las Saturnales y a colocar adornos por las calles y en las puertas de las casas; después los celtas decoraron los robles con frutas y velas en los solsticios de invierno.
Tan arraigadas estaban estas tradiciones, que los cristianos se vieron obligados a adaptarse: un misionero, después de leer el Evangelio, ofreció a los fieles un abeto como símbolo de vida eterna porque “sus hojas están siempre verdes” y su copa “señala al cielo”. Desde entonces, los abetos son una señal de que la Navidad anda cerca. Muchos siglos después, los norteamericanos también adoptaron estas costumbres y hoy son un ejemplo de ornamentación de las ciudades por Navidad. Dejando a un lado el más típico, de unos dos metros de alto y de diferentes variedades, estos son los nueve árboles más “peculiares” de Estados Unidos.
Legoland en Carlsbad, California
Este árbol de 10 metros necesita unas 2.900 horas de construcción. Está hecho de 364.481 piezas de Lego y bloques de Duplo. La estrella que lo encumbra pesa casi 80 kilogramos. Este año ha sido la 21ª ceremonia de iluminación en el parque temático de California y desde el 26 hasta el 30 de diciembre habrá espectáculos de fuegos artificiales todos los sábados.
Perkasie Borough, Pensilvania
Se cree que fue en esta ciudad donde se celebró por primera vez una ceremonia para el encedido de un árbol navideño en exteriores -un pino noruego de 10 metros-. En 1909, el Perkasie Owls Club organizó el evento y, desde entonces, se ha hecho igual año tras año.
La diversidad climatológica de Norteamérica hace que haya lugares en los que, aunque sea Navidad, te puedes bañar en la playa, como ocurre en Florida. En West Palm Beach, escultores profesionales crean el árbol Sandi de 10 metros de alto con 700 toneladas de arena, ayudándose de espráis de agua y pegamento para fijarsu estructura.
Árbol de Navidad Nacional en Washington D. C.
El primero, en 1923, medía 14 metros y estaba iluminado por 2.500 guirnaldas de luces. Hoy su altura se ha reducido a unos 12 metros. El encendido se celebró el 30 de noviembre y siempre es uno de los más impresionantes del país.
Árbol de las trampas de langostas en Gloucester, Massachusets
Este es uno de los más extraños de la lista -si no el que más-. De 15 metros de alto, este “árbol” está construido con unas 400 trampas para langostas funcionales y decorado con 800 boyas pintadas por niños de la zona. Es un homenaje que se hace desde 2001 al puerto marítimo más antiguo de Estados Unidos.
“The People’s Tree” en Washington D. C.
Desde 1970, el Servicio forestal de Estados Unidos eligió este abeto noruego del bosque nacional para presidir el Capitol americano. La tribu Shawnee ha denominado el de este año como “árbol brillante”. Viene del parque nacional Monongahela de West Virginia, parte del antiguo hogar de esta tribu.
El más alto de interior en Galleria Dallas
El más alto de los árboles que se montan en interiores en Norteamérica es este de acero que mide casi 29 metros. Desde el año 1984, cuando comenzó a crecer el centro comercial de Texas, un grupo de 50 personas se pasa cuatro días ensamblando 717 piezas que constituirán el gigantesco “árbol”. Se decora con 15.000 ornamentos, 200.000 luces y una estrella de tres metros.
Rockefeller Center, Nueva York
Este es uno de los más famosos, que preside año tras año una de las pistas de patinaje más populares de Nueva York: en Rockefeller Center. El primero que se colocó aquí fue durante la Gran Depresión, cuando los trabajadores colocaban adornos hechos por ellos mismos. Desde entonces ha aparecido en un gran número de películas como ‘Elf’ o ‘Solo en casa 2’.
El árbol viviente más alto en Ferndale, California
Casi 50 metros de abeto Sitka, desde 1943 el ‘árbol navideño vivo más grande del mundo’ por la Ferndale Enterprise. Se enciende en Ferndale cada año, sin faltar ni uno -excepto durante la Segunda Guerra Mundial-. Las guirnaldas de colores caen desde la copa extendiéndose en una cascada de 45 metros de largo.
Este pequeño pueblo californiano invita a todo el que quiera observar este gigantesco árbol con sus propios ojos, aunque no hace falta ni entrar al pueblo para verlo aparecer por encima de las casas.
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