Los derechos menstruales, la asignatura pendiente en Latinoamérica
Es la conclusión a la que llegaron varias expertas durante un fórum femenino
Altos impuestos a los tampones y compresas, falta de acceso a agua y saneamiento, discriminación y falsos mitos sobre el sangrado son algunas de las realidades que aún se viven en Latinoamérica y que evidencian que los derechos menstruales son una asignatura pendiente.
Es la conclusión a la que llegaron las expertas que participaron este miércoles en el EFE Fórum Mujer “Menstruación y Derechos Humanos en Latinoamérica”, organizado de manera virtual por la Agencia Efe y Ladysoft, la marca de cuidado e higiene femenina de Softys.
El hecho de que la regla aún no esté normalizada “socava muchos derechos, como la educación o el trabajo”, pues hay niñas y mujeres que tienen que faltar a clase o a sus funciones laborales cuando menstrúan por falta de instalaciones, denunció Ariadna Toro, publicista y cofundadora del colectivo la Mancha de Chile.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), una de cada cuatro mujeres en el mundo menstrúa entre dos y siete días al mes, lo cual supone que tienen sangrado durante siete años completos de su vida.
“La menstruación digna debe ser un derecho y será un derecho en América Latina, dado que afortunadamente contamos con decenas de colectivos feministas que luchan por ello”, indicó Natalia Moreno, economista especialista en género y vocera del movimiento colombiano Menstruación sin Impuestos.
Moreno fue una de impulsoras de la campaña “Menstruación Libre de Impuestos” que en 2018 logró eliminar el IVA a los productos de higiene menstrual en Colombia, que se convirtió en el primer país de la región en conseguir este hito, que ya se había alcanzado en otros lugares del mundo como Canadá o Kenia.
La Corte Constitucional colombiana declaró que no se pueden gravar esos productos porque son insustituibles y de primera necesidad y determinó que el costo extra va contra la igualdad de género.
“En todos los países de América Latina, a excepción de Colombia, los Gobiernos se siguen financiando con impuestos sexistas y la mujeres siguen pagando impuestos por menstruar”, denunció la activista, quien recordó que antes del fallo los tampones y toallas higiénicas tenían en su país un gravamen del 16 %, mientras que langostinos o los jet privados estaban exentos de IVA.
“Los productos de higiene no deben concebirse como regalos, son derechos”, añadió Toro.
Para Nicole Sansone, gerente Corporativo Negocio Personal Care y Sostenibilidad de Softys, el debate no solo debe centrarse en la disponibilidad de productos de higiene femenina, sino que su abordaje debe ser “más integral” y atender también la falta de acceso al agua y saneamiento que sufren millones de mujeres en la región, sobre todo en zonas rurales.
Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), de los 667 millones de habitantes de la región, 166 millones no tienen acceso a agua potable gestionada de manera segura y 443 millones de personas a saneamiento.
La pobreza menstrual se ha agravado con la pandemia, que ha elevado la pobreza femenina en Latinoamérica a niveles inéditos en una década, según las expertas.
De ahí que es más necesario que nunca visibilizar el problema y potenciar las alianzas público-privadas y las colaboraciones entre organizaciones sociales y marcas, porque estas últimas han cumplido un rol clave en desmitificar la menstruación.
El primer gran salto que se dio en este sentido, explicó la gerente de Softys, “fue cuando se empezó a mostrar en los anuncios que la sangre no era azul, sino roja, y empezamos a mostrar que las mujeres podíamos hacer nuestra vida normal cuando menstruamos”.
“Es importante que no se vea solamente como un tema femenino, es un tema de sociedad cuando hablamos de educar no es solo a mujeres, también a hombres”, señaló.
Las feministas -añadió por su parte Moreno- tenemos que llegar al poder para incidir en las políticas de salud.