María Montez, 110 años de la primera dominicana en triunfar en Hollywood
Ahora es ya algo común ver cómo Zoe Saldaña, de ascendencia dominicana, sea una de las figuras más importantes del cine de ciencia ficción y aventuras, en sagas tan importantes como las creadas por el Universo Cinematográfico de Marvel o “Star Trek”, o que otras, con el mismo origen, como Michelle Rodríguez (“Fast & Furious”) sean estrellas del Hollywood actual.
Por ello es propicio recordar a quien fuera la primera actriz de origen dominicano en tener éxito en la Meca del Cine: María Montez, quien nació un día como hoy hace ya 110 años.
Nacida en Barahona, el 6 de junio de 1912, con el nombre de de María África Gracia Vidal, según historiadores y periodistas de la época, fue una mujer que se creó su historia cinematográfica en base al deseo de triunfar en el glamuroso mundo de la edad de oro de Hollywood.
Su carrera brilló cuando fue una de las estrellas de la Universal Pictures, gracias a su imagen, exótica en aquella época, pero sobretodo, por la belleza que transmitía en la pantalla, en Technicolor, un sistema cinematográfico que resalta el color de las películas, y con el que la dominicana no podía llevarse mejor.
Por ello la llamaron “La reina del Technicolor”, cuando aparecía en filmes como “Las mil y una noches” (Arabian Nights, John Rawlins, 1942); “La salvaje blanca” (White Savage Arthur Lubin, 1943); “Alí Babá y los 40 ladrones” (Ali Baba and the Forty Thieves, Arthur Lubin, 1944); “La reina de Cobra” (Cobra Woman, Robert Siomack, 1944) y “Alma gitana” (Gipsy Wildcat, Roy William Neil, 1944).
Esta serie de filmes los protagonizó junto al actor Jon Hall, y con los secundarios Sabú o Thurhan Bey. Era un cine de aventuras en tierras exóticas y con un carácter estrictamente de entretenimiento y evasión, que pretendía que el público norteamericano se olvidara por unos momentos del drama real que suponía la Segunda Guerra Mundial.
Es por ello, y por otras razones, que el éxito que vivió María Montez en el cine de Hollywood fue vivido en esos primeros cinco años de la década del 40.
Las otras razones por las que optó por abandonar Hollywood, junto a su esposo, el actor francés Jean Pierre Aumont, fueron el carácter indomable que tuvo María Montez, y que la llevaron a luchar por lo que entendía era lo que le correspondía. Es por ello que, cuando se estrenó la película “The Exile”, producida y protagonizada por ella y Douglas Fairbanks Jr., y dirigida por Max Ophüls en 1947, Montez se quejó de que en este filme solo aparecía en pantalla por 20 minutos, y que la mayoría de la publicidad de la cinta se la llevaba Fairbanks Jr.
Es en ese momento en el que la actriz demanda a la Universal Pictures, ya que su contrato estipulaba que ella debía ser la protagonista de las películas que realizará con la productora. Montez ganó la demanda, pero ya el estudio no la tenía como aliada, y las demás productoras no tenían mucho entusiasmo con ella luego de ese episodio.
Ese fue, junto a que ya los filmes que la hicieron popular no tenían sentido, porque la guerra había terminado y el público quería más realismo en las historias, ocasionaron su declive en el cine de Hollywood.
De hecho, el último filme que realizó en Estados Unidos, ya de forma independiente de los grandes estudios, fue un fracaso en la taquilla. Se trata de “Siren of Atlantis”, que produjo Smour Nebenzal para la United Artist, y por la cual, según explica Margarita Vicens de Morales, en el libro “María Montez, su vida”, la actriz lo demandó cuando esté solo le pagó US $ 62 mil dólares de los US $ 100 mil que le había ofrecido previo al rodaje.
Pero estas dos no fueron las únicas demandas que realizó María Montez contra productores de cine. Hubo una tercera que la actriz llevó a cabo contra el productor Charles R. Rogers, quien le había prometido el rodaje de la película “Queen of Hearts”, por la que la actriz recibiría US $ 400 mil dólares, por su salario y parte de los beneficios, pero esta no se llegó a filmar. También ganó esta demanda y fue indemnizada con US $38 mil dólares en 1951.
El 7 de septiembre de ese mismo año, María Montez murió en la bañera de la Villa Les Copeaux, su residencia en Francia, mientras tomaba un baño de agua caliente.