Melania, cuatro años en la Casa Blanca

Hace cuatro años, en la toma de posesión de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, todo el mundo contempló a una elegante, vestida por Ralph Lauren, y risueña Melania Knauss, su nombre de soltera, un personaje sobre quien los estadounidenses y no estadounidenses tenía muchas dudas de cómo se iba a comportar en un papel tan importante como el de primera dama del país de las barras y estrellas.

Muchos apuntaron a que aquel estilismo que lució Melania Trump recordaba a Jackie Kennedy, la esposa del presidente John F. Kennedy (1961-63), y que su estilo y su figura serían una buena primera piedra de toque para encajar en su nuevo “cargo”.

Al lado de Donald Trump, Melania se ha comportado con discreción, distante en la mayoría de las ocasiones, con una escasa agenda personal y huyendo del foco mediático.

Muy apegada a la crianza de su hijo, Barron, que cuando llegó a la Casa Blanca tenía diez años, Melanie ha sacado las uñas por defender y proteger al retoño de todos los ataques y acosos de los que no se ha librado el pequeño en estos cuatro años.

“Un menor merece privacidad y debería ser apartado de la política”, escribió la primera dama en su cuenta de Twitter sobre el uso de su hijo por parte de una profesora en su intervención en el Congreso estadounidense para atacar al presidente.

En cuanto a su relación con su esposo, ha habido de todo en la legislatura. Desde imágenes en las que demostraban su amor y compenetración, gestos de rechazo de la primera dama cuando el presidente pretendía cogerla de la manos y palabras de reprimenda a su marido.

“Por primera vez en la historia, los ciudadanos de este país pueden escuchar directa e instantáneamente a su presidente todos los días a través de las redes sociales. No siempre estoy de acuerdo con la forma en que dice las cosas, pero es importante para él hablar directamente a las personas a las que sirve”, detallaba la primera dama en un acto de la campaña electoral en el estado de Pennsylvania el pasado 27 de octubre.

También se ha hablado mucho sobre un posible divorcio de la pareja, alimentado tras la publicación del libro “Free, Melania, The Unauthorized Biography”, de la periodista de la CNN Kate Bennet, en diciembre de 2019, que aseguraba que los Trump no duermen en la misma habitación.

En otro libro, “Melania and Me” (”Melania y yo: El auge y caída de mi amistad con la primera dama”) que vio la luz en septiembre pasado, de la exasesora y amiga personal de Melania, Stephania Winston Wolkof, describe al matrimonio Trump como dos gotas de agua. “Se llevan completamente bien. Es muy loco. Se ríen juntos. Ella sabe con quién se casó. Él sabe con quién se casó. Son lo mismo”, explicaba la autora al “Washington Post”. Entre lo que se puede leer en el libro de Winston Wolkoff es la tensa relación entre Melania y la hija mayor de Trump, Ivanka, a quien Melania supuestamente llamaba “princesa”.

Sobre su agenda personal, Melania no ha sido de las primeras damas más activas. Su campaña más reconocida ha sido “Be Best (sé el mejor), lanzada en mayo de 2018, centrada en los niños y destinada a luchar, principalmente, contra el acoso en Internet.

“Como madre y primera dama, me preocupa que en el mundo acelerado e interconectado en el que vivimos, los niños puedan estar menos preparados para expresar o controlar sus emociones y, a menudo, recurran a comportamientos destructivos o adictivos, como la intimidación, la adicción e incluso el suicidio”, dijo en su presentación.

Su faceta como viajera tampoco ha estado a la altura de otras primeras damas, especialmente su predecesora, Michellle Obama, que destacó como una gran “embajadora” estadounidense. De los contados viajes de Melania, especialmente destaca una gira por cinco países (Arabia Saudí, Israel, Italia, Vaticano y Bélgica) y otra por África, pero ha dejado más huella por sus sonados atuendos que por los discursos que ha pronunciado.

Como anfitriona, su papel ha sido más destacado, agradando a las primeras damas de otros países que ha recibido en la Casa Blanca. En sus encuentros con la reina Letizia de España y la esposa del presidente francés, Brigitte Macron, mostró una gran sintonía con ambas.

El futuro de Melania, quien cumplió 50 años el pasado abril, pasa por su nueva vida en Mar-a-Lago, en el estado de Florida, donde el matrimonio Trump se instalará tras dejar la presidencia de los Estados Unidos.

La exclusiva vivienda de los Trump ha sido decorada al gusto de Melania, aunque según informaciones de la cadena CNN, no ha recibido la aprobación del presidente saliente. “Los cambios en sus habitaciones privadas, muchos de los cuales fueron supervisados por su esposa, la primera dama Melania, no fueron del agrado del presidente y estaba enojado”, aseguraban desde la cadena.

La nueva vida de los Trump es una incógnita después de cuatro años de gran exposición mediática, aunque algunos medios estadounidenses han adelantado que Melania está negociando con una editorial para escribir sus memorias. Será el momento de conocer todo lo que no ha dicho en estos cuatro años como primera dama.

Texto: Juan A. Medina