Mis impresiones sobre la Serie del Caribe
Por Benjamín Rodríguez Carpio
La victoria de los Tiburones de La Guaira (Venezuela) sobre los Tigres del Licey (República Dominicana) marcó el final de la edición número 66 de la Serie del Caribe y el inicio del período que llamo “España Boba” (época del año sin béisbol, hasta que comience la temporada de las Grandes Ligas). Junto con John Sang tuve la oportunidad de cubrir dicha serie para el espacio “Tu Sabor Deportivo”, por lo que estuve varios días en la ciudad de Miami observando el panorama y sobre eso quiero compartir algunas impresiones y reflexiones.
1.- Se trata de un torneo de clubes campeones que se mercadea como si fuese un certamen entre países. Esa metodología dio buenos resultados en esta ocasión, a juzgar por las buenas asistencias a los partidos y por la venta de banderas y camisetas de los respectivos países y no de los equipos en las afueras del estadio. El uso en los uniformes de jugadores de la expresión “liga de” o “liga” antes del nombre del país de que se trate es una manera de disimular muy mal la estrategia mercadológica, aparte de quedar bien con la endeble Confederación Mundial de Béisbol y Sóftbol y su presidente Ricardo Fraccari. Por lo demás, si fue el Licey que perdió o República Dominicana, tómelo como le guste; eso es secundario.
2.- Miami es una ciudad contradictoria en lo que a béisbol respecta: buena sede para el Clásico Mundial y también para la Serie del Caribe, pero malísima para el equipo local. El LoanDepot Park recibió más de 475,000 fanáticos en 15 juegos del Clásico (casi 32,000 por fecha); ese mismo estadio, para la Serie del Caribe, acogió más de 340,000 parroquianos en 25 encuentros (más de 13,600 por fecha), un récord para este certamen y eso que incluye juegos para completar calendario, entre equipos descartados, y uno de la liguilla entre Federales de Chiriquí y Soles de Curazao, que registró la menor asistencia: 4,887. En comparación, el equipo local, en la temporada de Grandes Ligas, registró el penúltimo lugar en asistencia (29). ¿Por qué será? El béisbol parece no gustar mucho a los residentes de la Florida, si se toma en cuenta que el otro equipo con sede en ese estado (Rayos de Tampa) apenas ocupó el lugar 27.
3.- A la final de la Serie del Caribe asistieron más fanáticos que a la del Clásico, ambos juegos de campeonato celebrados en el mismo estadio, con menos de un año de diferencia: 36,677 Licey contra La Guaira, 36,098 Estados Unidos frente a Japón. Que haya ido más gente a ver a Emilio Bonifacio, César Valdez, Ricardo Pinto y otros que a Shohei Ohtani, Mike Trout, Mookie Betts y compañía, asombra, sobre todo si se toma en cuenta que en la serie prácticamente no jugó ningún regular en Grandes Ligas y las plantillas estaban repletas de agentes libres en el llamado béisbol organizado.
4.- Miami es una sede ideal para la Serie del Caribe porque en ella confluyen comunidades latinas que gustan del béisbol y asisten a los torneos que muestren la bandera de sus respectivos países. Como fue la primera serie jugada en un estadio de Grandes Ligas, se habló de equipos de liga mayor interesados en su hospedaje. Incluso, el Comisionado Juan Puello expresó su deseo de una que una futura serie se juegue en San Diego. Sin embargo, finalizada la edición 2024, se anunciaron los próximos anfitriones hasta 2029 y en la lista no figura ninguna ciudad con estadio de MLB. ¿Qué pasó ahí? En otro orden, ¿por qué esas mismas comunidades no muestran igual entusiasmo con los Marlins? Tarea para sus dueños y ejecutivos.
5.- A la República Dominicana le asignaron la sede para 2028. Me despojo de chauvinismo y, como experto en nada, opino que ese montaje deberíamos declinarlo y regalárselo a los floridianos. Un domingo por la mañana, en un juego entre Nicaragua y Panamá se anunció una concurrencia de más de 10,000 almas en el estadio de la “Pequeña Habana”. Eso no lo veríamos en Santo Domingo; solo asistirían los contados turistas que vengan a presenciar los juegos de los equipos de sus respectivos países (especialmente los mexicanos y sus matracas); fuera de ahí cuando no juegue el campeón local todo sería en familia y más si este se queda en primera ronda. Y no, de aquí a cuatro años no habrá un nuevo estadio en Quisqueya la bella. Seguiremos recibiendo visitantes en el vetusto, inaugurado como “Estadio Trujillo” en 1955, a menos que inventen con otra ciudad dominicana que no sea San Pedro de Macorís porque el Tetelo Vargas da vergüenza.
En fin, que viva el béisbol y que llegue pronto el 28 de marzo, día inaugural de Grandes Ligas, aunque antes en Corea se jugarán partidos oficiales. Y estará más cerca otra “temporada de la cuerda”.
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