Mitad de año: ¿cómo va tu proyecto?
Tu vida puede compararse con un verdadero portafolio de proyectos, cada uno de los cuales gestionas para lograr resultados únicos y asegurar tu bienestar o, desde una perspectiva más amplia, tu felicidad plena.
Como ejemplos podría citar la formación de tu familia, un emprendimiento de negocio o tu graduación. Incluso, la adquisición de un vehículo o de una vivienda podrían considerarse proyectos, en función de su complejidad y del rol que jueguen en el nivel más estratégico de tus objetivos.
Cada ser humano es único, por lo cual tus proyectos se ven matizados por tus diferencias individuales, expresadas en tu cosmovisión, tus valores, tu personalidad y estilo de vida. De la misma manera, el impacto que tenga cada uno en tu vida, se ve condicionado por lo que se conoce como el triángulo de la calidad: el tiempo de duración, el coste o sacrificios que te exijan y el alcance que te imponga límites.
Como en cualquier proyecto empresarial, los tuyos precisan de un diagnóstico certero de tus necesidades de cambio o mejoramiento continuo, y tus prioridades, gracias a lo cual evitas el peligro de confundir las consecuencias con las verdaderas causas de tu estado actual. Esto, sin olvidar que los objetivos que te planteas son específicos, sin ambigüedades, medibles, alcanzables, razonables, verdaderamente relevantes para ti y con fechas definidas.
Además, tus proyectos personales (viables y factibles), tal como ocurre a nivel organizacional, se apoyan en una minuciosa planificación y un cronograma que te permite cumplir a tiempo con cada una de las tareas. Una etapa neurálgica de la que depende en gran medida la ejecución exitosa y gracias a la cual previenes las incertidumbres y los riesgos, así como preparas los planes de contingencia para evitar o, al menos, mitigar el impacto de estos últimos.
Los riesgos tal vez incluyen la posibilidad de que los recursos con los que cuentas, tales como las fuentes de financiamiento y el apoyo y acompañamiento emocional de familiares y amigos, en algún momento se resquebrajen o se tornen inciertos.
Después de transcurridos seis meses desde que iniciaste tu proyecto personal de todo un año, y aunque el seguimiento y control constituye una estrategia permanente y sostenible para su efectividad, el momento es propicio para una profunda revisión, enfocada en la previsión de distorsiones y la toma de decisiones tendentes a la implementación de los correctivos necesarios para arribar al cierre con éxito.
Julio constituye un mes muy oportuno para hacer ajustes en tu cronograma, reorientar estrategias y tomar conciencia de los posibles sesgos de los que tanto tú como los demás interesados podrían ser víctimas, provocando excesos en los límites y permitiendo así una corrupción o expansión incontrolada del alcance, lo cual podría dificultarte cumplir con tus objetivos y hacerte perder el foco de lo más importante.
Si bien es cierto que un buen proyecto también puede fracasar, las probabilidades son inversamente proporcionales no solo a su solidez y controles estrictos, sino también a tus habilidades conceptuales, técnicas y humanas, a tu locus de control interno, así como a tu capacidad de adaptación y flexibilidad en un mundo de cambios, y, por consiguiente, con múltiples amenazas, las cuales sabes capitalizar en oportunidades para seguir creciendo y continuar hacia adelante.
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