Omisiones e inclusiones en las nóminas del sector privado
La medición más cercana de la cantidad de empleos formales del sector privado en República Dominicana es a través del Tesorería de la Seguridad Social (TSS), porque, se supone que todos los trabajadores de ese sector deben cotizar para sus planes de salud y de pensiones, así como para el seguro de riesgos laborales, como manda la Ley 87-01.
Sin embargo, ese registro no es del todo exacto, por dos razones: omisiones e inclusiones. Se puede decir que es contradictorio hablar de omisiones e inclusiones, pues debería ser una de las dos, pero no las dos a la vez. Pero en el caso del mercado laboral, eso ocurre.
Veamos. Se dan casos de un empleador que tiene, por ejemplo, 40 empleados formales en su proceso productivo, pero se las ingenia para registrar a 20 de ellos como “igualados”, sin cotizar a la TSS y solo envía las cotizaciones de los otros 20. En ese caso hay una omisión de la mitad de la nómina de esa empresa, aun cuando los 20 que no cotizan son también empleados formales.
También se da el caso de que, de los 20 que sí están cotizando a la TSS, haya 10 a los que el empleador les reporta un salario muy por debajo del que en realidad devengan, con la intención de reducir costos laborales, pues no hay que olvidar que la cotización implica el aporte de un 6 % del salario por parte del empleado y un 14 % por parte del empleador. Si el sueldo reportado es menor, entonces el aporte porcentual también se reduce.
En esos casos, el sistema de seguridad social sufre una merma en cuanto a la cantidad de recursos a acumular, especialmente para la cobertura de salud, pues el seguro implica atenciones, no solo para el empleado, sino, además, para su cónyuge o pareja y para sus hijos menores de 18 años y hasta los 21 años si son estudiantes y no se han casado.
El caso de la “inclusión” es distinto, pues de lo que se trata es de personas que tal vez trabajan en la informalidad y aparecen como cotizantes en la TSS, por lo que se registran como empleados formales sin serlo; algo que distorsiona en parte las estadísticas sobre el mercado laboral.
¿Por qué ocurre eso? Veamos. Un trabajador formal, que tiene un taller o un puesto de venta o lo que sea, genera cada mes más de 100 mil pesos de ingresos, pero no tiene seguro médico ni para él ni para su familia. A eso se agrega el hecho de que tiene una hija con un quebranto de salud que implica un tratamiento costoso, de alrededor de un millón de pesos, recursos con los que no cuenta.
Pero él se entera de que el plan básico del Seguro Familiar de Salud (SFS) de la seguridad social cubre ese tratamiento si el empleado es formal y cotiza regularmente.
Entonces, ese individuo se acerca a un amigo que tiene una empresa formal y le pide que lo registre como empleado, aunque no lo sea y le ofrece pagar su cotización mensual a la TSS, así como el pago que le correspondería al empleador, además de algún aporte extra, de ser necesario.
Entonces, el empresario registra a su amigo informal como si fuera empleado, con un salario de 12,000 mensuales, que no está pagando. Si amigo, en cambio le dará cada mes el equivalente al 6 % que tendría que aportar de ser empleado real (720 pesos) más el 14 % que le tocaría aportar al empleador (1,680 pesos) más una comisión de 1,000 pesos, en caso de que así lo acuerden.
De esa forma, ese trabajador informal, que “pica” cada mes alrededor de 100 mil pesos, tendría cobertura total de seguro médico en la formalidad con una inversión de 3,400 pesos mensuales, mientras el empleador, se estaría ganando la comisión de 1,000 mensuales y haciéndole un favor a su amigo, que a su ver le carga un costo al sistema de seguridad social.
Aunque no se nota, hay muchas empresas formales que se dedican a incluir personas sin ser empleadas, a cambio de una comisión.
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