Los migrantes haitianos han creado su economía propia en la frontera sur de México, donde trabajan en el mercado informal y reciben remesas de sus familiares en Estados Unidos.
Cientos de haitianos se mantienen en las últimas semanas en el parque central de Tapachula, en la frontera con Guatemala, donde se dedican a la venta informal de productos para subsistir mientras esperan que el Instituto Nacional de Migración (INM) les otorgue tarjetas por razones humanitarias para transitar por vía terrestre.
Los migrantes haitianos ocupan el tercer lugar en solicitudes de asilo en México, con 13.493 peticiones, casi 14 %, de las 97.973 solicitudes que ha recibido la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) del Gobierno de enero a octubre de 2022.
Pero además de sus propias ventas, los migrantes de Haití y otras naciones son una parte significativa de los 42.964 millones de dólares de remesas récord que México recibió los primeros tres trimestre del año.
“En el sureste mexicano, en las entidades de Chiapas, Yucatán, Tabasco, Campeche y Quintana Roo, la fuente de ingresos de las remesas de los extranjeros que viven en Estados Unidos y envían a los migrantes cubanos, venezolanos y africanos constituye la primera fuente de ingresos para los ciudadanos, comerciantes y empresarios”, indicó a EFE José Luis Pérez Jiménez, abogado y especialista en migración del sureste de México.
Un alivio para la crisis de haitianos
El éxodo de haitianos ha sacudido a México desde 2021, cuando el magnicidio del entonces presidente de Haití, Jovenel Moïse, agravó la crisis del país, el más pobre de América y devastado por desastres como terremotos.
Uno de los rostros de esta crisis es Acceus, migrante haitiano que vende aguas y refrescos con una carretilla.
Esta actividad informal le permite sostenerse para pagar el alquiler de su casa, servicios y los alimentos para su familia, mientras espera sus documentos.
Acceus camina entre 8 y 13 horas al día con su carretilla.
“Nosotros estamos esperando la oportunidad de cruzar, como ellos ya no pueden cruzar de manera ilegal (los haitianos), ellos están esperando el protocolo de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, entonces hay muchos de ellos, como lo estoy haciendo ahora, vendiendo hasta que salga el protocolo para salir del país”, expresó a EFE.
Enclaves haitianos en tapachula
Los grupos de migrantes haitianos se mantienen detrás del mercado Sebastián Escobar vendiendo comida, ropa, zapatos, dulces, elotes, objetos para celular y ropa, mientras que otros tantos cortan el cabello.
Otras decenas de personas de ese país se sientan en las gradas del parque central Miguel Hidalgo, de las Etnias, del parque Benito Juárez y en el primer cuadro del centro a esperar de uno a tres meses sus papeles.
Sergio Motaña es un compatriota haitiano que ha vendido de todo, desde chips para celulares, dólares, refrescos y hasta comida.
“Para mí, aquí es un lugar bien bonito (Tapachula), hay muchas personas buenas, que nos han ayudado a nosotros, más solo Migración está muy difícil. Para salir el papel para nosotros poder salir de aquí, para viajar en otro lugar, (está) un poco difícil para sacar el permiso, por lo que estamos aquí para sobrevivir”, narró en un español quebrado.
UNA CRISIS MULTINACIONAL
Pero los grupos de haitianos están junto a otros grupos de migrantes, como colombianos y venezolanos, además de africanos, quienes se han instalado de manera informal en la plaza principal de Tapachula para intercambiar divisas, como dólares, quetzales, euros y hasta lempiras por pesos mexicanos.
«¡Cambio, cambio, cambio!», grita un migrante haitiano en el lugar, donde algunos de sus compatriotas y otros extranjeros acuden a cambiar dinero de sus países por moneda mexicana.
Los haitianos se han extendido en la plaza Tapachula, donde cambian un dólar por 17 pesos mexicanos, por debajo del tipo de cambio interbancario que ronda los 20 pesos por billete estadounidense.
Lo que ocurre en Tapachula refleja que la región vive un flujo migratorio récord hacia Estados Unidos, cuya Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés) detuvo en el año fiscal de 2022 un número inédito de más de 2,76 millones de indocumentados.