Pérdidas del Estado por huracanes y tormentas oscilan de 0.6 a 18.4 % del PIB

El impacto todavía no cuantificado del huracán Fiona trae al escenario el tema de las pérdidas del Estado o la falta de seguro para la mayoría de las estructuras públicas, cuyos costos de reparación o reconstrucción implica para el Estado erogar cuantiosas sumas no contempladas en el Presupuesto General del Estado.

Para el Estado, el costo de los huracanes y tormentas que han afectado al país entre el 1979 y el 2007 fluctúa entre 0.6 y 18.4 % del producto interno bruto (PIB).

Los desembolsos globales realizados por el Estado, por carecer de seguros catastróficos para todos sus activos fijos, con solidan más de US$5,000 millones. Mientras que el sector asegurador ha cubierto pérdidas por más de US$850 millones.

Pérdidas del Estado, falta de seguros

Los desastres naturales tienden a afectar obras públicas de alta exposición. Entre ellas carreteras, puentes, elevados y paso a desnivel, presas, túneles y edificios públicos. Los edificios públicos incluyen escuelas, hospitales, oficinas públicas, centros de emergencias como Defensa Civil, 911, bomberos y cuarteles y destacamentos policiales.

Con excepción de algunas entidades estatales, como el Banco Central, el Banco de Reservas, las dependencias del Ministerio de Hacienda como las superintendencias y la termoeléctrica Punta Catalina, el grueso de los activos públicos carece de cobertura de seguro. No obstante el Estado es propietario de compañías de seguros desde las últimas seis décadas.

Algunos ministerios y las oficinas de las Edes y las infraestructuras eléctricas, además de la Procuraduría General de la República, la Suprema Corte de Justicia y la Junta Central Electoral tienen seguros.

Sin embargo, no tienen seguro catastrófico las escuelas públicas, que a partir de la aplicación en el 2013 del 4 % del PIB para educación, fueron el principal nicho de inversión pública, ni los puentes y elevados.

Altos costos

Son todas obras que cuestan millones de dólares construirlas, y que de ser afectadas por un ciclón o terremoto, que son los eventos naturales a los que está expuesto el país por su ubicación geográfica, deberán ser enfrentadas por el Gobierno vía un Fondo de Calamidad Pública cuyo aporte está dado por el artículo 33 de la Ley 423-06.

Por las tradicionales limitaciones presupuestales que se presentan todos los años cuando se diseña el Presupuesto General del Estado, la asignación que según la ley debe ser el 1 % de los ingresos corrientes, queda disminuida por lo general a una décima parte. La falta de cultura del seguro que existe en el país comienza por el Estado, según una queja generalizada en el mercado asegurador dominicano.

Por esa falta, obras de envergadura como el Metro de Santo Domingo, operan con poca o ninguna cobertura. Del Metro solo los vagones estaban asegurados, según explicaciones ofrecidas durante un foro organizado en el 2014 por la Cámara Dominico Suiza. En ese evento se expuso que el Gobierno mientras se están construyendo obras de infraestructura pública, las mantiene asegurada, pero una vez concluida la construcción, finaliza la vigencia de la póliza.

Necesidad de asegurar

En el país se han hecho estudios y cálculos que procuran crear consciencia del seguro como solución ante eventos catastróficos. Esos estudios han planteado que el seguro genera ahorros, maneja eficientemente los riesgos, y además aporta a la economía a través de impuestos y empleos.

El seguro posibilita la reconstrucción después de los desastres o catástrofes naturales, permitiendo disponer de recursos sin necesidad de buscar financiamiento interno o externo. Reduce el tiempo de la recuperación.

Los expertos en seguro citan como razones para el aseguramiento de las infraestructuras estatales, que se ha demostrado que es la mejor forma de gerencial los riesgos catastróficos, que el Estado tiene el control de la actividad y supervisa las reservas técnicas que genera el seguro, su inversión, la solvencia y calidad de los reaseguradores.

Costo acumulado

Los seis grandes huracanes y tormentas que han afectado al país entre el 1979 y el 2007 han generado pérdidas para el Estado por unos US$5,100 millones. Las pérdidas catastróficas aseguradas ascendieron en ese período a US$840.5 millones, equivalentes a RD$13,600.3 millones.

El mayor costo lo experimentó el Estado con el huracán Georges, el 22 de septiembre del 1998, con un desembolso US$3,200 millones que representaron el 16.1 % del producto interno bruto (PIB). Para ese año la tasa de cambio estaba a RD$15.5 por US$1.00. En cambio, la mayor pérdida en comparación con la producción nacional la produjo el huracán David y la tormenta Federico, que afectaron al país el 31 de agosto de 1979.

Las pérdidas para el Estado ascendieron a US$1,300 millones, que representaron el 18.4 % del PIB de entonces, según cifras de la Cámara de Aseguradores y Reaseguradores. Jeanne, que afectó al país en septiembre del 2004 como huracán categoría uno, le produjo pérdidas al Estado por US$315.0 millones, equivalente al 1.6 % del PIB.

El sector asegurador corrió con un costo de US$100 millones. En las tormentas Olga y Noel, en el año 2007, el costo para el Estado dominicano fue de US$285.0 millones, monto equivalente a un0.6 % del PIB. El sector asegurador cargó con un costo de US$29.0 millones.

República Dominicana tiene uno de los más bajos niveles de penetración del seguro de toda América Latina

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